Esculturas

Verónica Narváez

Cuando se publicó la noticia de “Implementación de esculturas en los espacios públicos de la ciudad para fomentar el turismo y darle modernidad a Santo Domingo”, a la par se cuestionaba las simbólicas especies que se colocaron, especialmente las concernientes a la representatividad de nuestras aves y fauna. Y es que, si vamos a Milagro nos recibe una gran “Piña”, en Sangolquí “El choclo”, En Guayaquil entre otras “La Iguana” “El Papagayo”, hasta Santa Elena se muestra al mundo con una famosa escultura llamada “Los mochileros”. Así no se hace difícil comprender que las esculturas, monumentos y similares, nos ayudan a proyectar nuestra identidad, diversidad, cultura, lo que somos y tenemos para mostrar al mundo.

Bien por el cacao, la escultura de la taza con flores está bonita, luego vamos con una pareja danzante…llegamos a un leopardo africano (pienso-podemos pintarlo como tigrillo), avanzamos y me pregunto: ¿y ahora? ¿qué hacemos si nos recibe en la ciudad una majestuosa “Águila calva” insignia de EEUU?

Es aplaudible y necesaria la búsqueda de nuestra identidad y las herramientas de mostrarnos al mundo son nuestra cultura, nuestros parques, nuestras avenidas, nuestras esculturas, ahora reflexiono que acertado es el trabajo provincial que se ha emprendido con el Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO), un convenio fomentado en la actual administración de la Prefectura, que nos permite identificar nuestras especies de flora y fauna representativas de Santo Domingo, el trabajo ya empezó este mes. Vale mencionar que ya existen reportes importantes de aves de la provincia y hasta específicamente de la ciudad gracias a la acción colectiva y profesionales de la zona.

Como dijo Aristóteles “La esperanza es el sueño del hombre despierto”, en ese sueño corrijamos los desaciertos, la gobernanza sea con investigación, esfuerzo y comunidad.

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