Vivimos una época extraña, por un lado, son evidentes los desafíos que nuestra época exige en todos los ámbitos, los cambios que se producen, son parte de ello; en lo económico, lo ecológico, en lo social, hay grandes cambios y retos que se presentan a diario; y, por otra parte, una suerte de inercia, un repetir y volver a hacer lo mismo, una desesperada nostalgia por lo que fue.
En tales circunstancias, tenemos una demanda imperante de la historia y una respuesta que no logra solventar la necesidad. Entonces ¿qué hacemos?
En lugar de confrontar la realidad y reconocer la incapacidad de responder con las mismas desgastadas y obsoletas herramientas, muchos han optado por la más mediocre solución: cumplir con el mínimo necesario.
Los estudiantes de escuelas, colegios, licenciaturas, maestrías y doctorados, no dan la talla; no tienen los elementos intelectuales necesarios, ni la formación y la disciplina necesarios, no tienen capacidad de estudio, comprensión y reflexión necesarios… entonces, ¿qué hacemos? – Nada, que cumplan con el mínimo necesario.
Los empresarios y empleados, no dan la talla; no tienen la responsabilidad necesaria, ni la creatividad ni el ingenio necesario, no tienen visión de futuro… entonces, ¿qué hacemos? – Nada, que cumplan con el mínimo necesario.
Los políticos y servidores públicos, no dan la talla; no tienen la experiencia necesaria, ni el compromiso necesario, no tienen lo valores morales y filosóficos necesarios, no tienen el necesario amor por su comunidad… entonces, ¿qué hacemos? – Nada, ojalá y cumplan con el mínimo necesario.
¿Y si en lugar de resignarnos a trabajar con algo que sabemos que no funciona, buscamos con valentía nuevas respuestas? ¿Y si en lugar de satisfacernos con apenas intentos, exigimos logros, resoluciones y victorias?
Nueva Acrópolis Santo Domingo