Hoy en día se habla mucho de que el Estado perdió el control penitenciario, me permito hacer un proceso más profundo respecto al tema.
El control de las cárceles fue rebasado del estado, el día que se envió a la Policía Nacional a fortalecer la seguridad interna de los centros penitenciarios de Guayaquil, Quito y Cuenca, obviamente la institución ha venido realizando un trabajo profesional pero no ha sido su función, ni su objetivo, y disminuye la capacidad de control en las calles de las ciudades donde se despoja del servicio policial para reforzarlo en los centros penitenciarios.
Lamentablemente el mando policial con carencia de decisiones en el control de la seguridad del mismo estado no permite que hasta la fecha se corrija este proceso fallido de seguridad, es decir se debe fortalecer la escuela de formación de guías penitenciarios, y establecer un régimen de carrera profesional, con leyes y reglamentos internos estrictos que permitan separar a malos funcionarios del sistema.
Se han decretado varios estados de excepción en las cárceles, pero no son eficaces, no se ha realizado un análisis de personal administrativo que debe realizar varios procesos importantes, como son las libertades, prelibertades, excarcelación, visitas, cambio de régimen, análisis de conducta, cambios de centros carcelarios, etc. Esto provoca retrasos en los procesos administrativos y por ende hacinamiento, malestar en internos, mala distribución de internos de los pabellones, etc. Así como de dotar de los materiales suficientes para establecer control en los ingresos vehiculares y de personas.
El estado debe comenzar por revisar la ley de régimen penitenciario, y crear un reglamento acorde a los hechos acontecidos actualmente, ya que al estar interactuando la Policía Nacional, Ejército y guías, como un solo organismo representante de la seguridad del estado dentro del centro penitenciario, rompe la credibilidad y fuerza de la única institución que debe realizar este control es la SNAI.