El Cash pone y quita

Diana Luzuriaga

El escrito de esta semana va a generar incomodidad seguramente a varias personas, las verdades suelen tener ese efecto, pero no dejan de ser lo que son, y en una sociedad enmohecida por la corrupción y la hipocresía, se vuelve necesario transparentar las cosas de manera que sea una especie de limpieza, a ver si por ahí entre tanta mugre acumulada por los años, se despeja un poco el panorama para que nadie se deje engañar. 

Renunciar a ser sujetos cómodos y serviles para ser líderes capaces de sacar adelante nuestros cantones, provincias y el país en general no es tarea sencilla, amerita entre muchas cualidades tener valentía y paciencia, por el desgaste que se vive cada proceso electoral. Nos envenenan a cucharaditas con la misma receta cada cuatro años. Hay quienes aparentan ser diferentes y se rasgan las vestiduras hablando de hacer una política con gente nueva, donde el dinero no sea la condicionante para participar si no el trabajo, la trayectoria y compromiso social, todos esos valiosos requisitos caen al piso cuando asoma quien tiene el dinero para pagarles la campaña y entonces tragan su discurso con la misma sonrisa con la que lo pronunciaron airados.  

Cash pone y quita, hace referencia al juego de asignación de escaños cuando es determinado en base a la capacidad económica del individuo y no necesariamente a su mérito personal o profesional, olvidando de qué trata la política. Si el objetivo es servir, no se puede confundir con comprar o negociar, tampoco es cuestión de activarse solo en campaña. Debe existir un proceso estructurado, con un equipo definido en base a competencias, sin imponer a quién más dinero tenga, sino a quien esté más apto para representar a la ciudadanía. Recordando las palabras de Martín Luther King “Necesitamos líderes que no estén enamorados del dinero si no de la justicia, que no estén enamorados de la popularidad si no de la humanidad” solo así daremos sentido a la palabra política. 

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