El arte de engañar

Emily Torres Larriva

Cuando hablamos de política la relacionamos, llanamente, con hechos lamentables como corrupción, enriquecimiento, mentiras, abuso de poder y varios calificativos negativos que refleja lo que hace muchos años dijo Nicolás Maquiavelo “La política es el arte de engañar”.
Sin embargo, el concepto de política la define como ciencia que trata el gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados, cuyo principal objetivo es el bien común. En nuestro país poco o nada se ha plasmado este concepto, al contrario, día a día su connotación es manchada y protagonizada por escándalos que ponen en el escenario el “verdadero trabajo” de nuestros políticos, una historia lamentable que inicia como ciencia y termina siendo la sapiencia de actos como la concusión, corrupción y malversación. Quedando el bien común en teoría, sobrevive solamente en libros y enciclopedias, puesto que la política no resuelve conflictos sociales, contrariamente los crea.

Muy poco se habla de las características que debe tener un político, y ello se ve reflejado en quienes nos representan en los diferentes espacios de decisión; la capacidad y humanismo deberían ser exigencias fundamentales, el liderazgo y la transparencia deberían ser tipologías primordiales; no deberíamos ser gobernados por un ser humano que desconozca las necesidades del país, no deberíamos ser gobernados por un ser humano que solo piense en el beneficio propio, lamentablemente de ellos estamos rodeados.

“La educación es la mejor política económica que hay” lo dice Toni Blair, repliquemos esta frase, existe una nueva generación que se está instituyendo con valores y principios, sensibles y empáticos, estudiados y competentes, son ellos quienes deberán darle un giro a esta contaminada forma de hacer política, que la cita de Maquiavelo quede enterrada y demos paso a la esperanza y la educación de Blair.

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