El anatema

Javier Corella Sánchez

En la historia hebrea se habla sobre un individuo llamado Acán, quien luego de una conquista tomó un objeto de la ciudad conquistada y lo guardó para sí al considerarlo invaluable. Esto provocó la ira de Dios y tuvo un desenlace fatal, pues como la historia lo cuenta a causa de esto el pueblo de Acán sufrió importantes bajas, este objeto fue considerado anatema.

Un anatema no es más que un objeto equivalente a una maldición, algo condenado a ser separado o cortado de entre los demás por ser insano. Quiero aterrizar este concepto a nuestra realidad vigente, muchos de los estallidos que provocan las masacres carcelarias se deben al traslado de un reo de determinado centro de privación de libertad hacia otro, dicho traslado representa una conmoción interna dentro de las cárceles a tal punto que inician las masacres que desatan un infierno literalmente dentro de ellas.

Entonces, ¿podríamos concluir que el futuro de las cárceles depende de los traslados de los reos de alta peligrosidad? ¿Los familiares de los reos deberán vivir en incertidumbre acerca de la seguridad de sus privados de libertad si existen nuevos traslados? ¿Los gobernantes y autoridades carcelarias deben prohibir el acceso por traslado de nuevos reos a sus centros privativos? El tema es álgido, nos enrumbamos en un escenario en el que las autoridades manifestarán su oposición a nuevos traslados a sus territorios en defensa de la seguridad de sus ciudadanos coartando la maniobra de los entes de seguridad.

No es justo que los entes de control de seguridad de nuestro país se encuentren en el dilema si trasladan o no a un privado de libertad de una cárcel a otra, nuestra seguridad no debe depender de la “aceptación” que una persona tenga dentro de las cárceles, es necesario investigar, controlar y actuar, no se soporta más.

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