Para un Sesquicentenario

POR: José Albuja Chaves

Al promediar este mes de abril presentimos que pese al elevado riesgo que representa la pandemia en nuestra población citadina de la ciudad de Ibarra –al igual que el país y en el mundo entero-, algo se seleccionará para no dejar inadvertida la fecha que recuerda el Retorno de los ibarreños a su lar nativo el 28 de abril de 1872, luego del fatídico terremoto del 16 de agosto de 1968 que diezmó su población de manera inmisericorde.

Al presente el contagio por codiv-19 es explosivo y hasta en espiral, por lo cual gobierno y habitantes vivimos un drama humano insoslayable, el uno desesperado y confundido por encontrar soluciones inmediatas y emergentes dentro de una resaca política que amenguó en las urnas, y los otros en pánico pero con la audacia suficiente para buscar y tentar el suicidio colectivo con un relajamiento que ya no tiene nombre ni definición.

Empero, queda el aliento de la esperanza para vislumbrar un año próximo con una realidad diferente, y encaminados a rehacer los efectos de semejante conflagración mundial, aunque devastados en espíritu y en una sobrevivencia económica de drama siniestro con costos humanos lacerantes.

Así y todo, a los ibarreños nos llegará un sesquicentenario de una segunda fundación cuando estaremos por emerger para respirar un aire diferente. Aunque irónico, pero cabe hablar de una celebración digna de un hecho que recuerda al Ave Fénix de la leyenda, por lo cual planteamos ciertas sugerencias que podrían integrar una agenda oficial cuando el momento llegue.

1.-Rescatar un espacio digno de lo que fuera la ciudad de Santa María de la Esperanza. 2.-Emplazar en el mismo una pequeña plazoleta cívica a manera de recreación que recuerde dichas vivencias de nuestros antepasados. 3.-Implantar un monumento con leyendas alusivas a la fecha y con un homenaje expreso a los impulsores reales e históricos del sueño cumplido para volver a su querida y primigenia ciudad. 4.-En un ángulo de la referida Plazoleta un mural con los nombres de los sobrevivientes que llegaron a recibir espacios y lotes para paliar su dolor en aquella nueva estación vital. 5.-Una publicación especial e histórica con las evidencias de rigor que rememore y celebre dignamente este añorado Sesquicentenario.

Puede haber muchas ideas y propuestas, pero personalmente creo que con lo expuesto o algo parecido, sobra y basta para rendir homenaje a nuestros antepasados que nos legaron lecciones de querencia e hidalguía.