Ecuador y el tránsito de la droga

Por: Ramiro Ruiz R.

Cada semana la Policía Nacional incauta droga. Las artimañas de los traficantes no tienen límite. Las substancias mortales esconden en camiones, camionetas, buses, hasta en cargamentos de papas y banano. La policía ha destruido laboratorios donde mezclan cocaína con gasolina y cemento.

El polvo nocivo daña los cerebros de los consumidores, separa familias, promueve el crimen organizado, el sicariato, la prostitución, la trata de blancas, el lavado de dólares. Todos los días se ejecuta el cobro de cuentas de los deudores que compran droga y venden en diminutos paquetes a los drogadictos de cualquier edad, raza y condición social.

Consumen droga ex militares de Vietnam, Afganistán. Lo hacen gente famosa del cine, la ciencia, la tecnología, el deporte. Nadie está libre del consumo, el pobre, el rico, la gente conocida en el mundo, como aquellos que duermen en los túneles de San Juan, en la ciudad de Quito.

Desde hace décadas nadie sospechó que en el país había aeropuertos clandestinos, y que los traficantes utilizaban los puertos de Guayaquil, Manta y Esmeraldas. Los tratantes aprovechan las fronteras con Colombia y el Perú, circulan por carreteras, caminos y chaquiñanes secretos. Todos los espacios sirven: el terrestre, el marítimo, el fluvial y el aéreo. Ecuador ubicado en la mitad del mundo, un país estratégico para el tráfico de droga.

Los datos son espeluznantes. La Policía Nacional decomisó 128,4 toneladas de droga en el 2020, la mayor incautación en la última década, según el Ministerio de Gobierno. En el 2016, 110 toneladas, hasta entonces, un récord histórico. En el 2019, 82,2 toneladas. En el 2018 se confiscaron 97,2 toneladas.

Según la Dirección Nacional Antinarcóticos, 11.401 personas han sido detenidas. Entre ellos, conductores de camiones cargados de alcaloides; personas que trabajan en seguridad, transporte y almacenamiento de la droga.

No es posible imaginar el número de consumidores con una tonelada de droga. La producción, venta y consumo prospera como industria relacionada con las condiciones económicas, sociales, culturales y geopolíticas.

La mayor parte de la cocaína del mundo viene de Colombia. En 2016 se incrementó la fabricación a unas 866 toneladas, un aumento de más de un tercio en relación al 2015.  En el 2016, el 69% de las 213.000 hectáreas donde se cultivan la coca en el mundo están en Colombia.

¿Cómo controlar el problema? No hay datos del gasto de operativos, inteligencia internacional, policial y militar. En estos días llegó de EE.UU. el avión radar Orión que ayudará a vigilar actividades ilícitas en tierra, mar y aire. El esfuerzo humano, económico y tecnológico no son suficientes. La eliminación de este lastre, en la actualidad, todavía no tiene un horizonte.

Para comprender el problema, recurrí a una entrevista de TVE en 1995 al maestro Gabriel García Márquez. El narcotráfico ha dejado desgarramientos culturales en Latinoamérica. Entre ellos, el dinero fácil. ¿Para qué trabajar tanto, si con una vuelta como mula se tiene dinero para el resto de la vida? Es gravísimo porque se han contaminado algunos países. La corrupción es inmensa y la tentación está en todas partes. La cultura de la vida fácil está metida en el espíritu de muchos países. Estamos viendo una peste. Pero se resolverá de la amera más sencilla: pasará de moda.

Millones de drogadictos diarios distribuyen y consumen sin ningún incidente, así como se hace con la leche, el pan y el periódico. Esto significa que hay una mafia más poderosa que la de México, Colombia, Perú o Ecuador. Existe una corrupción formidable.

La droga se le salió de las manos a la humanidad. Pero no nos vamos a acobardar. Algo hay que hacer. No se corregirá este azote con fumigaciones, operativos o certificados de congresos, cuando el mundo entero está sufriendo. Se puede pensar en la despenalización de la droga. Y será posible con un acuerdo global del mundo entero, sin excepciones. Pero es difícil por los intereses costosos. Ojalá algún día termine esta moda irracional.