Por: Ramiro Ruiz R.
Ese día se reunieron en casa del asambleísta electo Kronfle, Guillermo Lasso, Jaime Nebot y Rafael Correa (vía telefónica), César Monge (CREO) y Pabel Muñoz (UNES). Los medios de comunicación todavía no informaron de la peligrosa conversación.
En una entrevista, Jaime Nebot explicó: “Correa empezó por decir lo que no contenía el acuerdo. No contenía indultos, liberación de presos, reparto de cargos, y mencionó la comisión de la verdad. Yo creo que se confundió porque una comisión es para buscar culpables políticos de graves violaciones a los derechos humanos, y no creo que Correa quiera una comisión para eso. Lasso le dice con toda claridad y educación: “Eso es imposible”.
Según Nebot, Correa no pidió la revisión de procesos, tampoco la liberación del exvicepresidente Jorge Glas, ni la salida de la fiscal general del Estado, Diana Salazar.
“Correa le dijo a Lasso -cuando los dos hablaban, yo escuchaba: “Mire Presidente Lasso, a mí los señores de Pachakutik para darle la Presidencia (de la Asamblea) me ofrecieron tumbarlo a usted en un año y yo le dije por ese camino yo no regreso”, relató Nebot.
Por poco cae el país en las redes del populismo. Esta vez no le salieron las cosas al Partido Social Cristiano (PSC) que pueden pactar con anticristo y controlar la Asamblea.
¿Por qué organizaron esta reunión con el líder de la corrupción y sentenciado (por ahora) a ocho años de prisión? ¿Para consolidar el poder de los partidos, sentirse líderes imprescindibles? Sin embargo, no pensaron en el país. Sería ideal que la Asamblea proponga un propósito común que los una con fuerza y responda a la realidad del país.
Los políticos del socialismo del siglo XXI devoran sueños insignificantes y torpes. Parece que tienen una infracción cada vez que piensan. Además, Rafael Correa es un intruso. Para la mayoría de ecuatorianos, su conocimiento de la vida es una pretensión irritante.
Los ecuatorianos estaban seguros que un pacto de CREO con Correa era imposible. Se trataba sencillamente del comportamiento de los Social Cristianos, individuos comunes, que iban a sus negocios perfectos. Esa reunión resultó tan ofensiva como las ultrajantes ostentaciones de insensatez ante el peligro de salvar a los delincuentes, aplaudir el saqueo y bendecir la impunidad.
La reunión corresponde a una escena que nos recuerda lo que decía Papá Velasco en 1975: “Los obreritos, las obreritas, los choferes, los empleadillos votan por mí. Pero todos eligen libremente. Lo que pasa es que siempre hay una inquietud fundamental en el pueblo, en cada etapa histórica, y un hombre debe recogerla. ¡Yo lo hice! Existe un dolor, una manifestación de la tragedia humana en cada época. Y siempre será a así, siempre existirá esa inquietud, ese dolor”.
Nos encontramos una vez más en un país con gente sin empleo, sin comida y sin vacunas. A esto no tenemos derecho. Al menos merecemos la esperanza.
Por fin, Guillermo Lasso nos devolvió la tranquilidad. Aclaró su posición cuando recibió las credenciales de presidente electo. “Nos dimos cuenta de que si podemos juntar nuestros ideales capaces de construir un mejor Ecuador donde todos tenemos cabida. Un país justo con las mujeres; más respetuoso de la naturaleza; más equitativo con nuestra ruralidad; más solidario con los necesitados.
“Un Ecuador donde no hacen falta caudillo para imponer su única voluntad a gritos. Un Ecuador donde el presidente sea, ante todo, el instrumento de esa voluntad de encuentro ciudadano.
“Aprendimos que sólo hay una respuesta posible ante el autoritarismo: democracia, democracia y más democracia. Decidimos ahogar el mal en abundancia del bien. De esa forma nos unimos alrededor de aquel símbolo de esperanza que hemos denominado el Ecuador del Encuentro.
“Pero no es cierto que los ecuatorianos hayan votado por la impunidad, ni por la corrupción, ni por la intromisión en decisiones judiciales. Sobre todo, nunca aceptaré que se use a esos ecuatorianos y sus justísimos anhelos como moneda de cambio en un trueque político”.