Ah, los sueltos!

Por: José Albuja Chaves

Hasta el año 2000 los billetes ecuatorianos exhibían colores característicos para distinguirlos y realizar los pagos precisos. El tamaño, forma y presentación de la moneda fraccionaria nos permitía diferenciar al medio (5 centavos), al real (10 centavos), a los dos reales (20 centavos), a las margaritas (50 centavos), y al sucre con la grata figura de nuestro Mariscal. “Ayora” también le decían. De tal suerte que hasta los pordioseros manejaban sus finanzas como fruto de su “trabajo” diario, para planificar su subsistencia y tampoco se hacían bolas entregando el “vuelto” cuando se beneficiaban de una moneda de mayor valor. En las iglesias había la sana costumbre de hacer lo mismo, y ¡santa paz! Claro, el cura párroco incluso obraba además de cajero automático rústico ofertando moneda fraccionaria a los interesados. Gran caja de cambios!

Con la dolarización la cosa se complicó. Hasta amoldarnos a un sistema ajeno,  muchísimo más caro, (veinticinco mil veces más!), hubo de transcurrir algún tiempo.  Los billetes ya no eran solamente verdes, con héroes desconocidos y rubios. Con bucles.

Con el tiempo y las aguas la  vida actual devino con complicaciones diarias,  incluyendo los indigentes que “tarifan” en moneda americana. Y atención: si antes una libra de arvejas tenía un valor de un sucre, hoy cuesta 1,00 USD. Los centavos son para la apoltronada chauchera, y ya ni siquiera para los nietos. Pero, en cambio, son lavables.

Lo grave del sistema que hoy domina es que ni en los bancos y peor en las tiendas de la vecina hay “sueltos”. Y en los abarrotes, los puestos callejeros, los buses del trasporte, hay un caos cuando un cristiano paga un servicio con un billete. Igual en el taxi. A los asambleístas no les gusta que los paguen sus salarios en sueltos.

Tras las ventanillas de los bancos hay unos ogros, o unas “ogras”, cuando se clama por un servicio de canje de monedas. Lo miran a uno con tal displicencia y ni siquiera hay arrestos para decirlas “bonitas”, porque…nos enseñaron a no mentir.

Así las cosas, hoy los sueltos son un patrimonio personal de alta importancia y su manejo requiere suma habilidad, experiencia, tino y sapiencia.

Aunque los billetes también, a veces nomás, desaparecen como fantasmas de nuestras billeteras hogareñas, y se transforman en sueltos!