Ciudades ocultas

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

Ser valiente es, sobre todo, ser uno mismo. Esa es la primera condición para ser artista y así lo ha entendido el Arq. Mauricio Guevara, que luego de cumplir con un año de residencia artística en Londres, trae una propuesta arriesgada y por ello, necesaria, a nuestra ciudad. 

En la Casa del Portal se expone todo el mes Ciudades Ocultas, advierto, no es una muestra para todo el mundo. En un país que carece de tradición en el arte abstracto Guevara se atreve a llevar al público obras que vuelven a las formas geométricas más básicas y a la rabia del color hecho a sí mismo, desorden feliz y encuentro puro y duro con la primera infancia. Lienzo, color y material de obra, no es el cuadro el que le brinda pistas al que lo observa sino el propio sujeto el que se ve obligado a dialogar con el cuadro para sacar indicios que le lleven, en el mejor de los casos, a un encuentro consigo mismo. 

De trazo enérgico, busca en su trabajo al niño que fue. Cualquiera de nosotros sabemos lo difícil y urgente que resulta esa tarea conforme los años nos van haciendo acumular heridas, vergüenzas y convencionalismos. Por eso, para quienes enfrentamos sus cuadros se nos abre una ventana al paraíso perdido de la infancia, cuando las formas y deformaciones del mundo aún estaban por hacer. 

También nos interroga sobre los planos, las ciudades y nuestra forma de ocupar el espacio. No nos da respuestas, solo deja abierta la pregunta y ahí adquiere valor el material de obra, la textura, la insinuación de la construcción sólida en contraste con la imaginación tórrida del color que en su obra parece la estela del vuelo de la avispa, el crayón infantil o la naturaleza tratando de reivindicar su caos. 

Guevara apuesta por una modernidad que demoró mucho en llegarnos, y aspira a abrir una brecha de sensibilidad en quienes están dispuestos a renunciar al miedo.