Casas de acogida

Ángel Polibio Chaves

Se ha puesto usted a pensar cómo puede encontrarse una mujer que en su hogar es víctima de violencia: ha sido físicamente agredida y en su dolor no encuentra posibilidad alguna de superar su situación, además, de sus dolores del alma y del cuerpo, no tiene dinero, no tiene a donde o a quien acudir, tiene a sus pequeños hijos a los que debe proteger; es decir se encuentra en el más absoluto desamparo.

La Secretaría Nacional de Derechos Humanos y el Gobierno Municipal de Ambato firmaron hace poco un convenio que tiene por objeto establecer una casa de acogida para las mujeres que han sido víctimas de violencia.

Ojalá prontamente podamos contar en Ambato no con una sino con algunas casas de acogida, a la que puedan acudir las mujeres que han sido víctimas de la violencia. Allí encontrarán temporalmente el auxilio que necesitan. Tendrán la posibilidad de recibir de inmediato atención médica si el ataque sufrido no comporta mayor gravedad, o en su defecto, ser trasladadas a una casa de salud; atención psicológica para superar el trauma de la agresión y, una vez que haya pasado la tormenta, contar con asistencia legal para presentar la correspondiente denuncia y la petición de protección posterior; sus hijos tendrán atención, pues se les proveerá de abrigo y alimento, y de este modo, les será posible contar con el respaldo cariñoso de “la casa”.

Este proyecto implica naturalmente la interacción de varios actores: el gobierno central y el gobierno local podrían proveer de la infraestructura y los gastos básicos de mantenimiento y eventualmente los gastos de personal; las Universidades prestarían el apoyo médico, psicológico y legal; alguna o algunas fundaciones canalizarían la ayuda humanitaria y del voluntariado, y en general de las personas que en ejercicio humanitario desearen contribuir para este fin.

He ahí una causa auténtica de solidaridad de género.