Nuestro fracaso

Rocío Silva

El corre-corre de la lista de útiles, que los uniformes, las loncheras, los zapatos, la ropa interior nueva; ya se acercan las noches del trajín de carátulas y forro de cuadernos; y con todo este hermoso fardo, vienen los sueños de nuestros niños y jóvenes, y a nosotros la dulce nostalgia.

El retorno a la presencialidad total a las aulas de clases, a la vez que es el anhelo cumplido, es el conjunto de retos más complejo que puede existir; por un lado, es ahora, cuando los docentes tienen la posibilidad de sacar a flote todas sus capacidades y habilidades, para restaurar el alma rota de niños y jóvenes, que produjo el confinamiento en la pandemia, y por otro lado está el enfrentamiento a un sistema educativo con más bemoles que aciertos.

 Sí, el anhelo cumplido de la socialización, de esa que hablara Paulo Freire, cuando decía: “nadie educa a nadie, nadie se educa a sí mismo, todos nos educamos a todos mediados por el contexto”, y el contexto es la proximidad, el afecto, los juegos, la algarabía; porque el dolor somete, la alegría libera y educa.

Educar no es solo la enseñanza de materias, educar es sacar a flote lo mejor de nosotros mismos, es el manejo de las emociones, es irnos reconstruyendo en cada niño, en cada niña. Educar es la firma día a día de un pacto con la esperanza, es esbozar una sonrisa en el cielo, es sentir que al acostarte cumpliste con llevar objetivos a otros y grabar en nuestro corazón la tierna mirada de asombro, porque ser maestros es ser magos.

Sí, quienes nos preparamos para ser maestros, sabemos que todo nos es posible: podemos hacer que nuestros estudiantes recorran el universo, podemos hacer que sean los maquinistas de trenes que surquen valles y montañas, podemos hacer que se visualicen como seres con principios y valores que no tendrán por qué pisar una cárcel. Y en este punto, creo que estamos con deuda en este país, porque se entendería que quienes están en la Asamblea, pasaron por las aulas, pero parecería que nosotros no pasamos por ellos, y son nuestro mayor fracaso.

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