Capital de la Flor Tropical

Miguel Méndez Guerrero

En una mañana típica de Santo Domingo, entre nublada y con sol, con una tacita de “capuchino” preparado por mi apreciada amiga Emilia Vélez y en la terraza de un alto edificio mirábamos los establecimientos educacionales el Superior Tsáchila, la Unidad Educativa Kasama, el Estadio, el polideportivo, el parque de la Juventud y las construcciones del nuevo Santo Domingo con urbanizaciones modernas que embellecen el sector sur occidental.

Al frente lo maravilloso de la entrada a la ciudad por la vía Quito; una extensa cordillera que a orillas del Toachi florece con una flora exuberante, llena de naturaleza verde con flores y plantas que sirven de adorno en la mayoría de viviendas que invitan a meditar que el Universo fue creado con alegría y color.

Recordar que cuando viajábamos desde Quito, Alóag a Santo Domingo manejando o como pasajeros y la vía era declarada como peligrosa, el corazón latía apresuradamente cuando veíamos la entrada al Toachi, su carretera empedrada y con un suspiro dábamos gracias a Dios “ya estamos en casa”.

Comprendimos el por qué Pablo Aníbal Vela se inspiró para escribir los primeros versos del Himno cuando expresa “¡Oh Gloriosa Ciudad que a la orilla del hermoso Toachi floreces”, o el insigne Benjamín Carrión compró una casa para admirar la belleza del río y la flora existente.

En momento de inspiración al ver y recordar el balneario y piscinas con pista incluida junto al río, la entrada de piedra o lastrado, el puente construido con apoyo de Monseñor Emilio Lorenzo Stehle en el majestuoso Toachi y junto los restos del puente colgante, Emilia me decía deberíamos llamar a Santo Domingo como capital de la Flor Tropical.
En este proyecto de construir la ciudad moderna esperamos que con responsabilidad se analicen todos los aspectos que hacen de Santo Domingo un paraíso.

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