Los candidatos de Frac

Giuseppe Cabrera

Llenos de comitiva y seguridad, van en autos blindados, como dice Serrat en su canción “algo personal”, escrita a todos esos políticos de postureos, lujos y moral de etiqueta inglesa.

La moral y la ética no es un terno bien planchado y una corbata combinada. La ética política es cuidar el dinero público, la relación con los opositores y el estado de derecho.

Es saber que se pierde más de una crisis al Gobierno de turno, que lo que se gana del show mediático y el momento de fama, eso no lo saben nuestros políticos, piensan que sus trajes de tres piezas reemplazan a la tolerancia mutua y la contención institucional.

A nuestra política le faltan compromisos éticos y le sobran eventos de gala e invitaciones en sobres dorados.

Esto tampoco significa tener un estado sin dignidad, que no tiene ni para un arreglo floral en la sesión solemne, significa tener la sensatez suficiente para identificar lo necesario y prescindir de lo suntuario.

Como dice Serrat, la mentira no se puede cubrir con la cortina al aire de un perfume caro.

Y eso, es lo que debemos exigir a nuestros candidatos que dejen las posturas y sus lujos y abusos a costa del dinero público y, actúen con honestidad y transparencia, que mantenga una vida austera cuando los recursos vienen de la financiación fiscal pública.

Los viáticos, las tablets, los carros institucionales no están mal, siempre que actúen en función al ejercicio del cargo público. Tampoco sirve de nada ahorrarle al Estado centavos donando mi sueldo, si no proveo de medicinas a los hospitales y recursos a las fuerzas del orden público. Estas cuestiones deberían ser de sentido común para nuestros políticos pero, cada vez la política está plagada de oportunistas y esbirros y títeres del poder económico y menos de gente representativa y destacada de nuestra sociedad, eso es algo de antaño.

Seamos tan exigentes con la política y sus candidatos, como lo somos con nosotros mismos, el tesón, la constancia, el estudio y la cultura es fundamental para ejercer la función pública, no basta incluso con tener una formación técnica, sino una alta formación cultural.