La semana pasada escribí sobre cómo se escogen los candidatos hoy, escribiré sobre cómo deberían escogerse y ayudar a decidir su voto.
El político es una persona distinta al burócrata, Weber diferencia al político del científico, a partir de las cualidades y capacidades de cada, mientras el científico define el plan de gobierno, diseña la campaña o elabore las políticas públicas y normativas, en su categoría de experto, el candidato necesita liderazgo y carisma. El candidato tiene que tener una profunda empatía y capacidad de escucha frente a las necesidades populares, tiene que ser capaz de mimetizarse con el electorado y satisfacer las demandas insatisfechas que luego diseñará el científico.
Un candidato viene del sector que represente y se siente representado por este, no hay candidato sin una base popular que sostenga su candidatura.
Respecto a su trayectoria y pasado, lo mejor es hacer un juicio retrospectivo de las experiencias previas de los candidatos.
Mirar el pasado nos permite prever el futuro.
Una persona con éxito profesional o empresarial, nos provee de mayores garantías sobre su administración y gestión.
Nadie que gobernó o administró mal, empezará a hacerlo bien una vez electo.
Hay una falsa idea del empresario como buena opción, sin que otras experiencias previas de éxito que valgan.
Tener éxito empresarial si puede llegar a ser mérito para una candidatura, pero también lo es el éxito académico o profesional, el lograr una actividad de activismo social o político efectivo o una carrera docente o administrativa de buenos resultados y honesta.
De ahí, surge la segunda característica necesaria en nuestra situación actual, el éxito por el éxito no sirve, tiene que ser honesto y ético, sin pasarse por encima de alguien o distorsionando la ley.
Como funcionario, profesor, empresario o activista con triunfos honestos y éticos, veremos también cierto grado de certeza sobre su administración futura.
Para finalizar, voten por alguien coherente y sincero consigo mismo, todos tenemos ideología y siguen vigentes, el que no cree en ellas, se miente y nos miente, está dispuesto a poner la administración a su servicio y no las ideas al servicio social.