Álvaro Peña Flores
Nunca he visto grandeza más pura que la que he visto en mi pueblo estos días, en que el entusiasmo arranca del pensamiento, en que el sacrificio arranca de la caridad, en que la aspiración al derecho va unida al perdón de las ofensas. Bajo la cabeza y bendigo. Otros duden de mi patria y la ofendan, y la acobarden y la amarren al yugo: ¡que hay muchos modos de amarrarla!: yo que la siento vibrar, que la veo perdonar, que la veo fundar, digo humillada la cabeza: ¡Bendita sea mi patria! (José Martí 1893).
Son 199 años de la gesta independentista en las faldas del Pichincha, donde nos libramos del yugo servil que nos oprimía e impedía gozar de libertad, democracia y verdad. Hoy contemplamos airosos el camino recorrido: aunque hemos avanzado mucho, aún falta muchísimo por hacer. Nos han acompañado buenos, malos y pésimos gobiernos, se ha abolido de esclavitud, aunque han surgido nuevas formas de opresión; se ha incluido grupos y clases sociales a la esfera pública y se ha logrado el acceso a la educación a la mayoría de la población, sin embargo, quedan muchos pendientes en esta y otras áreas. Con desastres naturales incluidos, auges y recesiones económicas, Ecuador se mantiene incólume ante las adversidades y las malas políticas públicas adoptadas por los grupos de poder.
Hoy, que iniciamos un nuevo periodo ejecutivo y legislativo en el país, el pueblo, mandante por excelencia y dueño de todos los recursos, exige transparencia y compromiso real ante la situación latente que nos impide reactivarnos. La concordia entre gobierno y sociedad civil es vital hoy más que nunca; el diseño de estrategias de mancomunidad también es importante, porque ante ellas se depone el odio, la ira y las tentaciones que impiden la consolidación de la patria. Quiera Dios que el discurso proferido en campaña sea coherente con la gestión y veamos al Ecuador estable, promisorio y como referente a nivel mundial. [email protected]