Bachiller

Bachiller
Agustín Sánchez

Apenas han transcurrido cuatro meses desde que el Presidente de la República y asambleístas tomaron posesión de sus cargos, muchos avizorábamos que el fraccionamiento del legislativo se convertiría en una piedra en el zapato del Ejecutivo, y si, no nos equivocamos.

No confundamos la necesidad de un organismo que ponga contra peso con un organismo que por simples intereses políticos obstruya el desarrollo del país. La producción legislativa es paupérrima, nada positivo ha salido del legislativo, y en este tiempo sin temor a equivocarme, podría asegurar que estamos frente al peor parlamento de nuestra historia republicana.

Es que en lugar de debatir sobre las soluciones a los problemas del país y entablar las salidas legislativas, los representantes del pueblo como a vos en cuello se hacen llamar, se han enfocado en sacarse los “cueros al sol”, así, en medio de glosas ocultas determinadas por Contraloría que ahora salen a la luz, y el escándalo internacional de ‘pandora papers’ que involucraría al presidente Lasso, han descendido el debate a simples ataques personales.

Una asambleísta de UNES, despectivamente se ha referido al primer mandatario como “bachiller”, seguramente en su brillantez considera ofensa el haber alcanzado un nivel académico, el cual miles de ecuatorianos no lo logran, y que resulta meritorio para alguien que sin un nivel avanzado de estudios haya trascendido en el ámbito público y privado.

No se trata de defender la condición del Presidente, se trata de sacudir aquellos que se detienen en la ofensas, sin importar la verdadera situación del país, ¿sabrá la asambleísta cual es el índice de ecuatorianos que terminan el bachillerato?, o ¿el porcentaje de bachilleres que tienen acceso a la educación superior?, ¿los aspectos que impiden o restringen que un ecuatoriano acceda a educación superior?, así caben decenas de preguntas que realmente deben importar.

La educación no solo que debe ser prioridad en las políticas gubernamentales sino en la agenda legislativa, como dato, en un reciente artículo publicado en el portal primicias se hacía notar que el 41% de los presos no superó la colegiatura, a esto se suma que existe una brecha insatisfecha de más del 50% de acceso a la educación pública superior.

Mientras sigamos confiando nuestro voto a representantes cuyo complejo se reduce a hacerse llamar por su título profesional como si aquello los convierte en superiores, seguiremos estancados en el subdesarrollo.

La verdadera democracia surge de la equidad de condiciones de acceso a la educación como derecho fundamental de las personas.