Cuando los juegos politiqueros y corruptos se quieren disfrazar, lo hacen y acuden a los más variados atuendos y discursos, lo cual, ha hecho del alcalde Yunda su más alto exponente, el burgomaestre de marras, quien con mucha solvencia conformó con sus asesores cercanos, una suerte de comparsa bufa y truculenta.
Parecería que la tarima del grupo Sahiro, continuó armada en su administración municipal, ahora no contiene a la popular banda, solamente, ahora sostiene a la gran maquinaria que se dedica a lanzar petardos de colores, tendientes a distraer la atención de los graves problemas que enfrenta la ciudad en tiempos de pandemia.
La pandemia provocó que Yunda aproveche el momento durísimo y gestione la compra de las pruebas coreanas de baja sensibilidad ante el Covid-19, el show estaba previsto para el efecto: la llegada del cargamento, la lentitud de la aplicación; pero, por alertas de la academia, se supo que las pruebas no respondían a las necesidades imperantes, ante las indagaciones de la Fiscalía, el show desesperado y cínico de Yunda que no ha mirado consecuencias, pretende convencer que gracias a esas vacunas se han salvado 50.000 vidas.
En esta parodia, su corista más dinámica es una funcionaria técnica, quien no puede disimular su servilismo atroz, mientras, enfatiza su condición científica, exhibe con una retahíla de palabras su vocación de servicio ético, social y humanitario, que parece lo puso a dormir, cuando la superior, obedeciendo a Yunda le pidió había que seguir con las pruebas.
El discurso jactancioso con acento mexicano de la técnica, está tachonado de: sofismas, tecnicismos, símiles forzadas, autoaprobaciones, justificaciones; ha dado a su grillete electrónico el nombre de “símbolo de la injusticia”, se defiende de lo indefendible, con su aparente coraza de mujer triunfadora, que esgrime sin reparo su alto nivel académico y científico, y su relacionamiento con científicos internacionales y nacionales; no le han librado del grillete electrónico, habla y habla con entrevistadores de medios digitales, sí que llama a la ternura su ambición y desparpajo, sí que llama a fastidiarnos más con la politiquería y corrupción, por eso diré ¡Ay! Linda.