No. No se trata del final de una de esas telenovelas venezolanas de fines del siglo pasado, pues los sufridos paisanos de nuestro querido Mariscal Sucre han perdido su glamur.
No es para menos, cuando deben sufrir para adquirir un poco de azúcar, de harina o un medio kilo de carne; o soportar a su dictadorzuelo ignaro que cree que la mascarilla o cubre bocas es para ponerse en la pantorrilla; o, finalmente, deben exponer hasta sus vidas para escapar de su calamitosa situación.
No, en este caso es el final y desgraciadamente no muy feliz, de una relación que los puso en un momento determinado en veredas distintas, pero que el destino lo ha vuelto a juntar, nada menos que para defender el baluarte de la revolución ciudadana: el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social que, entre otras cosas, les permitió tener a gente de su absoluta confianza en órganos tan importantes como la Contraloría, la Procuraduría o la Fiscalía General del Estado.
En efecto, hace pocos días, los ‘verde flex’ correístas y sus pares morenistas se juntaron para cerrar el paso a una iniciativa que mereció el respaldo de más de trescientas mil firmas y la conformidad de la Corte Constitucional, para que el pueblo, a través de su voto, pueda decidir si elimina al dichoso Consejo de Participación Ciudadana y otorga autonomía a la Fiscalía General del Estado, entre otras importantes reformas constitucionales.
Claro está que no debería llamarnos la atención este proceder, pues se trata de personas que fueron elegidas bajo la misma bandera, que contaron con el respaldo de su mismo líder, que se identificaron por sus mentes ardientes y sus manos lúcidas, que fueron socios en los mismos contratos, que solapada o abiertamente han gobernado más allá de la dictadura de Rafael Vicente, por eso, finalmente, actuaron juntos.