Para mí, ser patriota es trabajar por el futuro de un país que quizás no llegue a ver. El trabajo es siempre más importante que los resultados, que vienen por añadidura si las circunstancias son amables. En nuestro mundo de satisfacción instantánea eso es difícil de digerir, y por eso es tan importante la lección que nuestros abuelos nos han regalado en estas elecciones.
Esa generación vivió la dictadura militar, creció bajo el trauma de la guerra con el Perú, votó por Roldós cuando eran jóvenes y entusiastas y han visto la deriva institucional de los últimos años cuando sus hijos y nietos empezaron a volar, los han visto desesperar en un país que no brinda oportunidades, muchos los han visto migrar. Me parece una generación valiosa, su paso por nuestra historia es ejemplar, y ahora en su ocaso no se permitieron ceder a la comodidad o la indiferencia. Y salieron, tomaron una posición y nos jalaron las orejas. Al país hay que tomarlo en serio, más allá de los memes, el Ecuador depende de lo que cada ecuatoriano hace por él. Ellos quizás no miren el desenlace de esta nueva etapa, pero dieron un paso. Se pueden hacer mil discursos, clases y talleres, pero amigos, eso es ser ciudadanos.
Qué responsabilidad la del gobierno, ojalá esté a la altura de esta oportunidad histórica. Dicen que no se trata de un cheque en blanco, y yo pienso que nunca, ningún voto lo es. El país y la democracia nos necesitan atentos y críticos, pero también esforzados y unidos, lo uno no quita lo otro, no seamos mezquinos. Por eso celebro el pronunciamiento de la vicepresidenta electa María José Pinto en contra de las venganzas contundentes.
A los jóvenes nos toca aprender y no olvidarnos de esto cuando se nos suban las pasiones, incluyendo al presidente millenial. En todo caso yo quiero dedicar este espacio a ellos, a mis abuelos, gracias por su esfuerzo.