A escondidas

Agustín Sánchez

Como todo, o bueno casi todo, lo que ocurre en la política latinoamericana es a escondidas. Muestra clara es lo ocurrido esta semana donde un medio de comunicación evidenció públicamente una reunión reservada entre representantes de distintos poderes del Estado y una bancada parlamentaria, cuya agenda aún se desconoce ni ha sido aclarada. Usted, en defensa de quienes niegan o evaden tal cita, pese al video que circula, dirá ¿cuál es el problema?, y la respuesta es ninguno, pues no han cometido ningún ilícito.

Sin embargo, ¿por qué habrían de negar su participación en tal reunión?, es que las cosas transparentes no puede hacerse tras un telón, y más aún cuando involucran a personajes que representan espacios de poder tan sensibles como el judicial, donde como comprenderán, se dilucidan aspectos muy delicados del entorno nacional.

Con el pasar del tiempo vamos normalizando estas prácticas sin escandalizarnos, pues nos consuela decir “así es la política”, pero precisamente esa desidia frente a estos hechos que desdicen los verdaderos objetivos de una institución pública o misión cargo público, es lo que nos ha orillado a enfrentarnos con esta cruda realidad social, que ha abierto espacios a las mafias alrededor del poder depredando absolutamente todo lo que encuentran en el camino, y contaminando las estructura humanas que soportan los entes públicos.

Un funcionario o servidor público debe cumplir lo que dice aquel adagio popular ‘La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo”, a lo cual añado su obligación de rendir cuentas de sus actos en relación a tu cargo. El deber ciudadano por su parte, es condenar estas prácticas, y someter al escarnio público a quiénes, sin vergüenza alguna ocultan a sus mandantes actividades que se desprenden del ejercicio de su cargo empañadas de muchas dudas. ¡Si no lo hacemos, simplemente luego no nos quejemos!