Xi Jinping: ¿el nuevo Mao?

Richard Salazar Medina

Este domingo comienza el vigésimo Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), que se hizo con el poder luego de una cruenta guerra civil, con Mao Zedong a la cabeza, en 1949. Mao gobernaría con mano de hierro hasta su muerte en 1976. Mao era ‘El Gran Timonel’ que, con tal de alcanzar su propia idea del comunismo, haría lo necesario para reestructurar la sociedad en su totalidad. Tarea titánica en cualquier país, más aún en el más poblado del planeta. En ese afán, emprendió la ‘Revolución Cultural’ (1966-1976). Con ella purgó a todos los considerados enemigos del pueblo. Irónicamente para su nombre, la Revolución Cultural purgó, entre otros, a profesores, intelectuales y estudiantes, acusados de conspiradores. Una verdadera cacería de brujas. Se calcula que esa política asesinó entre uno y dos millones de personas. En todo su gobierno se calcula que murieron al menos 40 millones de chinos. Son números enormes, aun para el país con el mayor peso demográfico del mundo, y en tiempos de paz.

Quien sí que daría un gran giro de timonel luego de la muerte de Mao fue Deng Xiaoping. “No importa que el gato sea blanco o negro, mientras pueda cazar ratones”, es su frase más célebre. Con esa máxima, abrió a China al mercado global, implantando un verdadero capitalismo de Estado, comandado, paradójicamente, por un Partido Comunista. Una suerte de capitalismo comunista, o comunismo capitalista… Como fuere, sin ese giro China no estaría hoy disputando la hegemonía mundial con EE.UU. Igual que Mao, Deng Xiaoping, desde distintos cargos, lideraría al gigante asiático hasta su muerte, en 1997.

Desde entonces parecía haber un consenso alrededor de que ningún líder gobernara más de dos períodos (10 años). Hasta que llegó Xi Jinping, un hábil trepador que, pese a ser el hijo de un alto funcionario de Mao que cayó en desgracia, ahora lidera al país y su agresiva y trillonaria política comercial de ‘Belt & Road’, conocida como la nueva ruta de la seda. Ser el hijo de un ‘traidor’ no le podía traer sino humillaciones y problemas. Pero Xi fue al ejército, de ahí saltó al partido, donde con ambición y habilidad ha llegado a donde está. Propuso una reforma de las reglas y ahora se apresta a ser reelecto por segunda vez. El PCC no se reúne sin acuerdos previos, por lo cual su reelección es ciertamente lo que ocurrirá. Al parecer Xi sería un Mao remasterizado. Entre sus propuestas ha estado desde el primer día la anexión de Taiwán, lo cual no le cae nada bien a Occidente. EE. UU. ha sido enfático al afirmar que defenderá Taiwán sin dudarlo. Hay una estrategia detrás de ello. Está claro, entonces, que el congreso del PCC es una cuestión de interés mundial.