Wellington Toapanta
El origen de la vigente Constitución, de la que se dice no es oportuno exterminarla, no puede ser más espurio, sello del fraudulento Gobierno del 2007 al 2017; fue efecto del fraccionamiento del Art. 104 de la Carta de 1998, para forzar la consulta popular que generó la Constituyente del 2007-2008.
Esa consulta no contempló aquella Constitución, pero, previamente, el astuto gobernante, con violencia, se adecuó un “Congreso de los manteles”, mercenarizó tribunales Electoral y Constitucional, sacó el inciso 104.2: (convocar a consulta) cuando, a su juicio, se trate de cuestiones de trascendental importancia para el país, distintas de las previstas en el número anterior (reformas constitucionales).
En el epílogo del trámite en Montecristi, el ‘urdidor constituyente’ y sus agentes socialistas del Siglo XXI reemplazaron textos, y el 25 de julio los constituyentes votaron sobre uno “que NO hemos leído puesto que hay cambios importantes en relación a lo que nos entregaron el sábado a las 6 de la tarde”, testimonió Pablo Lucio Paredes.
Así crearon la fraudulenta Constitución del 2008, por la cual Ecuador dejó de ser Estado de derecho, de gobierno alternativo, de garantías para inseguridad, desempleo, del deterioro de los sistemas de educación, salud; constitucionalizó el mercado de drogas, entre más dramas que afligen al país.
Imperativo es terminar con esa trampa usando el mismo Art. 444, diseñado para sostener la Constitución y pretender gobernar 300 años. Le otorga poder especial al convocante para proponer forma de elección y reglas electorales, aislando al Código de la Democracia, que dejen fuera de la Constituyente a crispados contra la democracia y el bienestar nacional.
Los potenciales constituyentes podrían valorar el origen fraudulento de la Constitución del 2008 para exterminar sus 444 artículos y reemplazarlos con los 284 de la de 1998, lo que ahorraría tiempo y dinero en reorganizar el país con perspectivas de bienestar.