Vuelven las procesiones

Cayetano Osculati estuvo por estos territorios y dejó descripciones de gran importancia histórica, antropológica y sociológica, como se puede leer en su escrito sobre los tipos populares, aspectos religiosos y fiestas tradicionales de Quito en el siglo XIX.

Este viajero y cronista italiano relató: “Los viernes por la noche, uno se acerca a las puertas cerradas de la iglesia de la Compañía de Jesús y de otros templos, se escucha el rumor sordo de gemidos prolongados, de oraciones y de golpes; son hermandades de hombres o de mujeres que se flagelan en grupo con cadenillas de hierro o disciplinas, bárbaro residuo de la superstición española que todavía sigue vigente en la ciudad. Si se va a las iglesias a la mañana siguiente, se observan en el perímetro las manchas de la sangre de esos infelices que voluntariamente se martirizan con tanta crueldad”.

En otros párrafos, aseveró: “En las varias solemnidades, especialmente en las de Viernes Santo y de la Ascensión del Redentor, se ven indios semidesnudos que, cumpliendo la penitencia impuesta por sus confesores, se hacen atar con cuerdas, los brazos extendidos, a una gruesa viga y con ese peso sigue la procesión; además de estos, hay otros que llevan haces de las hojas cortantes del sigse, sujetos a modo de delantal, que hieren las varias partes del cuerpo, haciendo correr ríos de sangre. Esos penitentes se  llaman chacatashcas (…) En otro ángulo, se ve a un lego que está con una caja grande en la mano, atareado ofreciendo tabaco a los viandantes y conocidos, a cuyas casas irá al día siguiente con un asno y alforja para pedir limosna”.

Las referencias anotadas, invitan a reflexionar con sentido crítico sobre lo de ayer y lo de hoy, una vez que, hace pocos días, se conoció públicamente que se reanudarán las masivas procesiones de Semana Santa, suspendidas durante dos años por el coronavirus.