Vivir el pasado

En todos los países del mundo, las personas hacen que funcionen las instituciones del Estado, ponen orden o incrementan el caos. Vivir en orden significa que somos capaces de caminar al ritmo que marca el adelanto de la ciencia y la tecnología, enfrentando los desafíos y poniendo en práctica los cambios necesarios para el futuro. Cuando se vive en el caos predomina la incapacidad de no saber enfrentar las dificultades con responsabilidad y eficiencia, el progreso se detiene y el país no avanza.

Vivir con ideas del pasado es incentivar la anarquía. Si no hay pensamientos positivos, las decisiones y acciones que se toman incrementan el atraso de los pueblos. Elegir personas sin conocimientos ni experiencia en las diferentes instituciones del Estado o escoger dirigentes sin preparación alguna, violentos y con intereses particulares es una característica de la política tradicional donde prevalece la astucia y la viveza criolla. Cuando renace el pasado, se detiene el presente y peligra el futuro; por eso, los países socialistas o de izquierda obstinada han llenado de miseria la vida de sus pueblos.

La evolución de la ciencia y la vida de la humanidad no se detiene. Los puntos de vista de quienes han hecho de la política su forma de vida, siguen siendo los mismos que los de la fracasada revolución ciudadana, donde la corrupción y la delincuencia organizada tomaron fuerza, mientras la ciencia y la tecnología se detuvieron, porque es mucho más fácil manejar a las masas inconscientes que se aferran a las dádivas y no a trabajar con decencia. Los caudillos, dictadores y supuestos líderes lo saben, porque su impudicia es mucho más fuerte que vivir con dignidad.

Cuando la cuerda se tensa el progreso se detiene, volver al pasado toma fuerza, hacer que los subsidios y los bonos dominen el pensamiento de las masas es el objetivo. Los roces constantes entre pueblo y gobernantes prevalecen en el espectáculo de la política criolla haciendo más difícil el diálogo. Así se crea un mundo paranoide donde siguen vigentes las ideas delirantes de un individuo que sobrevive en los grupos políticos inestables y que continúa metiendo las manos en las instituciones del Estado.