¿Vientos de cambio?

Fabián Cueva Jiménez  

No hay duda, en los contextos locales y globales en los que vivimos, se siente una descomposición social intensa y permanente, producto de una crisis multidimensional: política, económica, ecológica, social, alimentaria y fundamentalmente de valores, que van dejando muchos problemas, complejos y difíciles de solucionar.

Se piensa que por la dinámica acelerada del mundo son necesarios cambios estructurales, dentro de los cuales, son urgentes y prioritarios los de educación. La renovación de procesos escolares es indispensable, el reemplazo de modelos pedagógicos es preferencial, única manera de conformar un sistema relevante, motivador, eficiente y eficaz, que cree ciudadanos competentes.

Desde hace decenas de años atrás, se viene trabajando en muchos países, especialmente en desarrollados, con un modelo denominado de ‘Competencias’, que por ser un término polisémico, aclararon diciendo que no se refiere a: contiendas deportivas, tampoco a dinámicas de mercado, menos a cumplimiento estricto de funciones de autoridades y jueces, o a niveles de desempeño en trabajos y profesiones, sino al dominio de saberes y destrezas básicas para un crecimiento personal y colectivo con equidad y ética.

A la aclaración agreguemos también, para una mejor comprensión, el decir de especialistas, psicólogos y pedagogos, que lo más importante de educar por competencias, es llevar a los educandos a una formación en donde primero se olvide tan sólo de repetir lo enseñado y se formen seres humanos que disciernan, opinen y refuten, tan necesarios hoy día.

En otras palabras y sumando algo más, lograr la adquisición de atributos personales y colectivos que determinen comportamientos positivos, utilizando: eficientemente el lenguaje como instrumento de comunicación con diversidad idiomática; habilidad de recurrir a elementos y razonamientos matemáticos para enfrentar situaciones cotidianas; claridad para interactuar con el mundo físico tanto en sus aspectos naturales-humanos para comprender mejor los sucesos y encontrar la mejora de las condiciones de vida; utilizar eficientemente la información digital; comportamiento cívico adecuado para convivir socialmente con plenitud; apreciar y comprender las manifestaciones culturales y artísticas.

En el Ecuador todo lo descrito no ha comenzado, ni con la rapidez ni la efectividad que se requiere.

En 2014, hubo la oportunidad de inicio. César Coll, prestigioso consultor español, señaló que no era el momento para el cambio, pero que se tenía que hacerlo, porque que los profesores, por varias razones, no estaban en capacidad de asimilar una nueva propuesta. Han pasado 9 años.

Hace cerca de 2 años atrás, el Ministerio de Educación, publicó un currículo que lo calificó de priorizado, poniendo énfasis en competencias: comunicacionales, matemática, digitales y emocionales; seguramente quedarán escritas, la aplicación muy lejana, por falta de una capacitación seria para autoridades y maestros, que seguirán con una visión y labor tradicionales.

 Como estamos, creo que los vientos de cambio seguirán como susurros domésticos y leves, quizá habrá una publicidad muy precaria, para luego dar paso al abandono, no solo de un modelo importante sino de un paradigma educativo clave para la vida.