Vamos hacia delante

“Atrás, ni para tomar impulso” en lo que se refiere a remar hacia la misma dirección como país en la lucha contra la corrupción y la impunidad, la reducción de la brecha entre ricos y pobres, el apoyo merecido a la agricultura familiar campesina, la puesta en marcha de un modelo descentralizado del Estado, la declaración del Ecuador como un país libre de violencias y delincuencia, la convivencia democrática como la mejor manera de relacionamiento, una vida digna y en especial para los ancianos, las personas con capacidades especiales y enfermedades crónicas. Sin duda, se podría enlistar un sinnúmero de aspiraciones y anhelos, pero hay que pasar de los suspiros a las acciones.

La situación actual sugiere que la primera acción del Gobierno entrante tendrá que enfocarse en restaurar la confianza, sobre la base de la designación de las mejores mujeres y hombres en el gabinete. Aquí se cumple aquello de que el ejemplo es la mejor fórmula para convencer y replicar lo bueno.

La segunda acción será empoderar a la ciudadanía para que exija cuentas a todas las Funciones del Estado, pero que también haga lo suyo con propuestas. En otras palabras, debemos dejar de lado la comodidad de la crítica y pasar al compromiso.

La tercera acción será dialogar con una agenda de máximos valores éticos y mínimos programáticos con los distintos partidos que, sin iniciar el nuevo ciclo, ya se han autoproclamado “oposición”. Ojalá que no sean bombarderos sin causa ni objetivo.

Un nuevo ciclo no supone comenzar de cero, sino más bien fortalecer lo maravilloso que tenemos como la diversidad en sus múltiples manifestaciones, así como atacar los vicios históricos con coraje y de una sola vez, entre ellos la viveza criolla, la personalización de la política, el clientelismo, el tráfico de influencias, el paternalismo y la idea de la redención del pueblo con cualquier Mesías populista. Tenemos una oportunidad evidente que inició con la aceptación pacífica de los resultados electorales y un triunfo que remoza uno de los valores de la democracia: la alternabilidad. Está en nosotros no desperdiciar esta posibilidad.