Unidad nacional

En las primeras horas de la noche del 11 del presente mes, en que se llevaron a cabo las elecciones, en segunda vuelta, de Presidente y Vicepresidente de la República y una vez que, sin  apagones, los resultados fueron dados a conocer, la atmósfera del país cambió por completo.

Se habían desvanecido las nubes que amenazaban tempestades de efectos devastadores, no solo en el campo económico. Dejaron de rondar en nuestro medio los espectros de Venezuela, Nicaragua y Cuba, para dar paso a una renacida esperanza de que nuestro país salga del laberinto a que le condujeron especialmente líderes sin la talla de estadistas que Ecuador requiere.

Hubo conciencia en el voto ciudadano que se pronunció mayoritariamente a favor de Guillermo Lasso Mendoza, no de otra forma se puede analizar haber remontado, en tarea que aparentemente se perfilaba como imposible, la gran distancia numérica que existía en la primera vuelta, en el número de sufragios, con su contendor, lo que demuestra, a simple vista, que estamos con un personaje que tiene temple para vencer las dificultades, por  más difíciles que se presenten.

El triunfador no se envaneció con la victoria ni tampoco proclamó odio, su primer llamado fue a la unidad nacional, lo que merece igualmente relievarse, ya que en este punto radica la esencia del adelanto en común. Ernest Renan sustentó  una conferencia en París, en la Sorbona, 1882, en la cual precisó que una nación es un alma, un principio espiritual, con dos  cosas que la forman y que en realidad son una: el pasado y el deseo de vivir juntos, la nación es una gran solidaridad.

Lasso llega muy bien intencionado al Palacio de Carondelet. Clave para su éxito es rodearse de elemento respetable, por su honestidad y conocimientos.