Una de cal…

PACO MONCAYO

Los ecuatorianos celebramos las primeras decisiones del presidente de la República del Ecuador, Guillermo Lasso, con optimismo y esperanza. En particular, la firma del Decreto Ejecutivo que pone en vigencia las normas de comportamiento ético gubernamental para los servidores de la Función Ejecutiva, el envío a la Asamblea Nacional de un nuevo proyecto de Ley Orgánica de Libre Expresión y Comunicación, la eliminación de 1,7 millones de personas de la Central de Riesgo y la convocatoria a la primera reunión del Consejo de Seguridad Pública del Estado (CONSEPE).

También fue motivo de aplauso unánime la ratificación en su cargo de Tannya Varela, primera mujer en la historia nacional designada comandante General de la Policía Nacional. Lastimosamente, no sucedió lo mismo con los mandos de las Fuerzas Armadas y se perdieron ocho dignos oficiales generales. Ningún país puede darse el lujo de dilapidar así recursos humanos altamente calificados que han llegado a esos grados luego de una larga trayectoria de formación, perfeccionamiento y selección que, por otra parte, es costosa para el Estado ecuatoriano.

Los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional asumen vocacionalmente carreras muy exigentes y de alto riesgo. Luego de un período formativo aproximado de cuatro años son sometidos a cursos para el ascenso a cada grado y a un riguroso escrutinio de su vida profesional y privada, especialmente para alcanzar el generalato. La democracia, que comenzamos a vivir a plenitud, debe reconocer que los militares ecuatorianos lograron superar todos los intentos de cooptarlos y convertirlos en parte de la estructura del partido hegemónico que pretendía perpetuarse en el poder del Estado. El penoso resultado de ello fue que, en 14 años en la Fuerza Terrestre, pasaron por la Comandancia 14 oficiales generales; un promedio de un año por comandante.

Esperemos que los nuevos mandos tengan la estabilidad que las instituciones de seguridad y defensa requieren por la naturaleza y complejidad de las funciones que les corresponden en un país que lograron convertir de isla de paz en tierra de nadie.