Un viejo escape

Manuel Castro M.

Frente a las tribulaciones, al desencanto de la política y del deporte, los quiteños han tenido siempre un escape: el humor. Se han reído de ellos mismos, de sus gobernantes pillos y prófugos, de los asambleístas que roban bien, de la suegras totalitarias, de su geografía, en fin, de la vida y han cantando “somos desgraciados y siempre seguiremos desgraciados”, sin dejar de tomar el pelo a la humanidad.

De la geografía, un quiteño ensamblado en Latacunga pero concebido en Quito, como aclaraba, pues el papacito más quiteño que la Plaza Grande, tuvo que viajar recién casado por cuestiones de trabajo a su inicial ciudad natal, decía: El río Machángara no será tan importante como el Nilo o el Danubio, pues es pequeño y estrecho, tanto que es el único río en el mundo que tiene una sola orilla.

NN Naranjo, así explicaba porque no se había casado y estaba cerca de los cuarenta años: “Ni mi mamita que es una santa lo ha hecho, peor yo”. Y remataba: “La mujer que se case conmigo es una loca, y yo cómo me voy a casar con una loca”. Cuentan que en colegio el profesor de redacción ante su plana le dijo: “Me corrige su trabajo, está inentendible”. Él le respondió: “¡Cómo voy a corregir a un clásico”. Un compañero con el que se encontró a los tiempos le dijo “No has pasado un año” y recibió la consiguiente respuesta: “Igual que vos en el colegio”.

Se ha descubierto que el expresidente Correa tiene los dos géneros: “Correa” y “Co-rreo”, Así como se afirma que la mayoría de quiteños “nunca han perdido una guerra, porque no han sido militares”. Se dice que un enjuiciado político de la última hornada, ha afirmado: “Ya no se puede hacer fortuna ni honradamente por la persecución política”.

El ‘Terrible Martínez’, permanentemente endeudado, cuando le preguntaban cuál era su profesión, contestaba: “Hombre de letras…vencidas”.

A un crítico de arte le invitaron a la sede del partido para que comentara sobre dos retratos recién pintados de Correa y Glas. El crítico señalando el espacio vacío entre los dos retratos, comentó: “Falta el Redentor”. Ese es Quito, del que dijo Hugo Moncayo: “…arca de agudezas, espejo de ciudades,/nacida de los cielos para orgullo de la tierra”.