Rodrigo Contero Peñafiel
En 1830, Simón Bolívar, antes de morir, escribió al general Juan José Flores una carta que bien vale la pena recordar: «Como Vd. sabe, yo he mandado veinte años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos. 1ero. La América es ingobernable para nosotros. 2do. El que sirve una revolución ara en el mar. 3ero. La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. 4to. Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas. 5to. Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos. 6to. Si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, este sería el último período de la América”.
La frustración del Libertador no puede ser más patética. Es que la vida de la gente en Latinoamérica tiende a negar cualquier identidad con partidos políticos de izquierda o derecha. El populismo genera cualquier movimiento multiclasista que habla de igualdad de derechos, bajo la sombra de un líder carismático, que se esconde bajo la confusión de la justicia social y la defensa de la propiedad. La retórica nacionalista de la lucha de clases provoca el caos que enfrenta al pueblo con el pueblo, jóvenes, viejos, trabajadores, profesionales, jubilados, empleados públicos y privados, amas de casa, gente del campo o la ciudad; todos enfrentados entre sí.
Al populismo no le agrada la modernización del Estado. Ahonda los problemas para dividir y reinar. Catorce años no fueron suficientes para elaborar un plan de gobierno y sacar al país de la pobreza; pero la corrupción y la deuda interna y externa fueron las más grandes de la historia. Este movimiento político de asociación a largo plazo, dominado por la intervención estatal ha marcado muchos años de retraso. El insulto, la demagogia, el miedo, la venganza y la persecución renovaron el canibalismo político del pasado.
La retórica utilizada por quienes anteponen los intereses personales a los de todo un pueblo solo busca arruinar la vida de los ecuatorianos. El país no puede esperar más, las instituciones del Estado deben trabajar juntas y sin temor.