Un cauteloso acercamiento

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

Lejos de Cuba, la pérdida de su contacto diario fue llenando un ‘cauteloso acercamiento’ a la literatura ecuatoriana, en particular la obra de Benjamín Carrión. A esa aproximación a Carrión —a más de medio siglo de construcción de la imagen de un país y su cultura—, podría llamársele crítica literaria, aunque el término es reductor.

El vacío de mi desarraigo se ha ido llenando con los libros de Carrión, sus decenas de artículos y entrevistas, y la selva de sus cartas. Hay dos testimonios de ese ‘cauteloso acercamiento’: Cartas mexicanas (2003) y Cartas centroamericanas (2003), y dos tomos con la correspondencia ecuatoriana hasta 1947, que se lograron reunir, anotar, editar, prologar y publicar con el auxilio inmenso del equipo técnico del Centro Cultural Benjamín Carrión.

Con la investigación a fondo del resto de su correspondencia, Ecuador tendría una diferente e ignorada historia de su cultura en el siglo XX. El ejercicio de amor de Carrión, hombre apasionado y de firmes decisiones, fue uno doloroso, e incomprendido. A veces visto por la superficie y no en su raigal hondura, llenó la vida con obras como Atahualpa y Cartas al Ecuador.

En su novela Jardín Capelo, Javier Vásconez cuenta la historia de un catalán que llega a Quito a construir un jardín. La suma de sombríos prejuicios, dan al traste con ese espacio en que proyectaba plasmar su imaginación y búsqueda de la belleza. Me siento como Jordi, el infortunado jardinero, cada vez que intento continuar con ese ‘cauteloso acercamiento’ a Carrión y sus contemporáneos, que me propuse al esbozar el proyecto de publicación de su correspondencia completa.

Tales son los riesgos y obstáculos de la crítica, la crítica ajena al oportunismo político, los odios inconfesados, la mezquindad provinciana o la apología reductora. La crítica es un cauteloso acercamiento a una obra en la que se descubre, cuando es auténtica, el ejercicio verdadero del amor.

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