Ugo Stornaiolo
Preocupa el dato: 13 de las principales figuras de la política nacional viven en Samborondón, exclusiva zona urbana colindante a Guayaquil, desfogue del caótico tránsito del puerto que tuvo un boom inmobiliario en los ’90, tras ser un pequeño caserío -con fincas y haciendas de gente pudiente-.
El más representativo de los habitantes de ese sitio ha sido, por años, el ex alcalde guayaquileño Jaime Nebot, con residencia en la aún más exclusiva zona de Isla Mocolí. ¿Cómo hizo Pablo Muentes, el del caso Metástasis, para vivir allí?
Viven en este lugar Jaime Nebot, Henry Kronfle, Jorge Acaiturri, los Topic -padre e hijo-, Henry Cucalón, Francesco Tabacchi, Otto Sonnenholzner, Guillermo Lasso, Dayana Passailaigue, Pocho Harb y Michele Sensi-Contugi. Y más empresarios y comerciantes de la elite porteña (el mismo Álvaro Noboa y su hermana Isabel, padre y tía del presidente). No es pecado vivir en Samborondón, pero “habla mucho del estado de la política”, escribió Martín Pallares.
Quito, otrora sede central del poder, vive un deterioro de su clase política, originado en la pésima calidad de alcaldes y prefectos electos en los últimos períodos. Todos políticos -Barrera, Rodas, Yunda, Guarderas, Muñoz, González, Baroja o Pabón- con mala visión de la gestión pública.
Se suma el desprecio de los movimientos políticos a Quito. El último binomio de Correa (2013-2017), fue el también guayaquileño Jorge Glas. No solo él: en las siguientes elecciones Guillermo Lasso optó por el cuencano Borrero (antes fue el quiteño Solines) y el actual presidente eligió a Verónica Abad, también cuencana. Su actual binomio es la empresaria quiteña María José Pinto, vinculada al grupo del exministro Mauricio, su padre.
Queda la duda: ¿no hay políticos en Quito o los que tiene son malos? Hace algunas décadas la alcaldía proyectaba a la presidencia: Mahuad, Paz, Durán Ballén, Chiriboga Villagómez, Del Castillo, Mosquera Narváez, Ruperto Alarcón o el propio Velasco Ibarra, sin olvidar a personajes como Rodrigo Borja.
No todos los políticos de Samborondón son candidatos (unos ya ejercieron el poder -Lasso y Nebot-), pero participan en la definición política. Si fuera por dinero, debería haber figuras en Cumbayá o Tumbaco, pero éstos parecen atareados en cantonizar al valle del Ilaló (y canalizar fondos del Estado). “Un desbalance demasiado grande”. Aunque, “ni los candidatos del correísmo ni Noboa viven ahí” (el presidente va entre Guayaquil y Olón), acotó Pallares.