Una democracia al borde del despeñadero

Ugo Stornaiolo

Alternativas de gobierno: liderazgos que privilegian el autoritarismo, aprovechando las fallas de la Constitución de Montecristi, que Correa usufructuó al límite y de Noboa, que empieza a aprender que gobernar es repetir recetas del correísmo que el texto constitucional hiperpresidencialista permite. Una disputa entre el modelo Bukele o el venezolano. 

A pocas semanas de las elecciones prevalece la confusión y la indecisión (60% según las encuestas). Difícil creer que un debate mal hecho aclare las cosas. “El escaso compromiso de las élites ecuatorianas por crear y mantener un sistema democrático y transparente, en lo político, y un sistema eficiente y moderno en lo económico”, sostiene Hernán Pérez Loose. 

Ya se dijo que los políticos tienen compromiso solo con ellos y con los grupos que los patrocinan, empresas electoreras y partidos que se alquilan al mejor postor que colocaron muchos nombres en las papeletas, pero sin certezas. 

A los que más les conviene la incertidumbre son al crimen organizado y a los carteles del narcotráfico que permearon organizaciones políticas e instancias estatales. La alternativa, con la polarización de fuerzas, será entre movimientos políticos que favorecen a las mafias y los que luchan contra ellas. De ganar los grupos cercanos a los delincuentes, no sería raro ver ministros o funcionarios con antecedentes penales.

El discurso político quedó atrás. Prevalece la imagen y rápida difusión en las redes sociales, sin importar contenidos ni mensajes. Está difusa la división entre derecha e izquierda o entre correísmo y anti-correísmo. Pero, el peligro sigue. Está en juego si el país asume de nuevo el modelo venezolano -con el correísmo- o despega hacia mejores días.

Se hacen campañas electorales insulsas y vacías. Poco se sabe sobre lo que pasó con los niños de Las Malvinas (secuestrados, asesinados y quemados). El silencio no es una respuesta. Pérez Loose agrega: “cómo será de mediocre nuestra élite que es incapaz de caer en cuenta de lo serio que es esto. Da la impresión de que las próximas elecciones vamos a botar la democracia al basurero”. 

Anota Thalía Flores, “ha querido el destino que Ecuador vaya a las urnas después de mirar cómo un dictador se atornilla al poder. Y acá no podemos equivocarnos”. Y cuidado, porque si las fuerzas que admiran -en secreto, porque públicamente se avergüenzan- a Maduro, toman el poder, será difícil sacarlas. Cuba va 66 años, Ortega en Nicaragua tiene 19 y Maduro lleva 12. Hay que reflexionar sobre este riesgo.