Ugo Stornaiolo
Analistas y encuestadores hablaban de elecciones muy reñidas, pero los resultados finales evidencian un triunfo contundente del presidente-candidato con un 56% de votos para seguir con el modelo vigente. Luisa ganó en jurisdicciones donde operan los carteles y narco-pandillas. Noboa, tras confirmar su triunfo, declaró estado de excepción en esas provincias y en las cárceles, como respuesta a la propuesta de las brigadas de “gestores de la paz” (paramilitares a lo venezolano) de González.
A la RC le afectó mucho la divulgación de los chats del ex vocal del Cpccs, Augusto Verduga, y los turbios y narcisistas manejos que, desde Bélgica hizo RC, motejado como “ají con mote” o “Jerónimo”, llamando“ rana René” (su títere) a Luisa González o insultando a Andrés Arauz, como escribía Abraham Verduga a su hermano Augusto). RC cree que si no es él -por su delirio de poder-, ninguno puede ir a Carondelet.
En primera vuelta la RC obtuvo 44% de los votos. En la segunda solo subió al 44,16%. Leonidas Iza no suma, más bien resta. El voto duro del correísmo no pasa del 30% (solo sirve para llegar a segunda vuelta, pero no para ganar). Un 14% más implica la existencia de un “voto vergonzante” (de los que sucumbieron a la demagogia de González y a la campaña sucia contra Noboa). Fue muy fuerte el miedo a la desdolarización que propusieron, “sin querer queriendo”…
El correísmo está en crisis. No ceden sus desgastados cuadros: el líder Correa y la cúpula -Patiño, Pabón, Aguiñaga, Pabel Muñoz, Virgilio Hernández (aún no sindicados)- y los que están presos -Glas-, con arresto domiciliario -Mera- o prófugos en México y Venezuela (Mera, Ribadeneira, Buendía Viteri Gualinga o María Duarte). Por primera vez, algunos de ellos objetaron a su líder. El correísmo no renovó cuadros y arrojó al tacho su proyecto, gracias a RC.
Decía Roberto Aguilar, “Verduga y compañía son una generación perdida, porque los audios del caso Ligados cuentan cómo el correísmo echó a perder a sus propios jóvenes”. Unos 350 audios de los celulares de Verduga recogen su participación política, su inconformidad con la estructura de poder de RC y su convivencia con la corrupción.
Cuando creyeron que era su momento, volvieron a la dura realidad y a su frustrante relación con la cúpula. El colapso moral del correísmo echó a perder a una generación. “Lo de las manos limpias y los corazones ardientes es un mito”, dijo la asambleísta Belén Yela Duarte (hija de la prófuga María Duarte), en medio del consenso de sus compañeros. ¡Si lo sabrá ella!”, escribía Aguilar.