Ugo Stornaiolo
La leyenda de la creación dice que Dios hizo un lindo país en la mitad del mundo. Con climas, frutos y bosques. Cambios de estación en pocas horas y todo cerca. En la costa el mejor banano, café y cacao, en la sierra patatas, brócolis y hermosas flores. En el oriente, selvas y mega diversidad -además de petróleo-. El ángel le dijo a Dios: “es un paraíso terrenal” y Él respondió: “voy a poner políticos”, y concentró a los peores en este lugar.
¡Ah! Esos políticos, causa de las peores tragedias, porque piensan solo en su interés, su bolsillo y sus negocios. La política que, según Aristóteles, es el arte de servir a los demás, aquí es el arte de hacer dinero rápido, pisotear al prójimo y aprovecharse de todas las oportunidades que la generosidad de la gente permite, en su beneficio.
Pero la gente tiene ceguera y amnesia y aún cree en los cantos de sirena y la venta de humo de esos políticos que, por generaciones, hicieron del Ecuador el sitio ideal para aprovecharse de todo y de todos, pero no para el bien común.
Políticos de toda tendencia y carácter: autócratas, caudillos, dictadores, dicta blandos, “demócratas” y cualquier otro cartel. Son políticos y lograron, por decenas de años, destruir la esencia de una nación que nació por un error histórico. Simón Bolívar en la Ley de División Territorial de 1825, denominó a los territorios del sur de la Gran Colombia, como “tierras del Ecuador”, en referencia al viaje de los geodésicos franceses entre 1736 y 1745. Y así nació el país, con ese nombre, endeudado hasta el cogote y con caudillo extranjero en 1830.
“Vendo un país inexistente, atravesado por una línea imaginaria” decía el grafiti pintado en una de las tantas paredes donde algunos energúmenos violan la propiedad, demostrando su gamberrada. Antes eran ideas, hoy garabatos inconsecuentes y destructivos.
Este objetivo de inconsecuencia y destrucción no solo está en la pared y la muralla (el papel del canalla), sino en edificios y solares abandonados, en la desidia de los burócratas, el irrespeto de las leyes, en las calles, en los cortes de luz, en los incendios y en lo que hacen los políticos para acabar con todo.
Políticos que crearon 18 constituciones y decenas de miles de leyes que no sirven. En 2008 se estableció una disparatada Constitución, la de Montecristi que, en vez de mejorar, parió un mamotreto, el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social que tampoco sirve. Carta magna que dio derechos “hasta a las piedras”. Hoy, los mismos políticos vuelven a la carga, a pedir el voto, para volver a no hacer nada…