Triunfo pírrico y reputación

Por: Manuel Castro M.

Un triunfo pírrico es el que causa más daños al vencedor que al vencido. Es el caso del exvicepresidente Glas, condenado a 14 años de prisión por el caso internacional Odebrecht (sobran evidencias), por sobornos y otro por peculado en apelación, quien está libre por sentencia de un juez inferior y que se encuentra en apelación que, de ser revocada, lo volvería a la cárcel —si es que no ha fugado para entonces—. El que un reo tan “sano” haya sido recibido con pitos, aplausos y algarabía solo demuestra podredumbre moral y que la justicia correísta todavía manda en el país, lo que no es novedad. El pueblo y la opinión pública con altas dosis de sarcasmo han expresado que en Viernes Santo siempre se suelta a un “ladrón” y la sal quiteña califica de Barraglas al beneficiado.

Lo que se pasa por alto es que, más allá de un juez incondicional y arbitrario, existe otro culpable: la Constitución de 2008, que permite vivir en un Estado que no es de Derecho sino de derechos, donde si el Presidente de la República es autoritario y se considera “Jefe de todas las Funciones” puede imponer sentencias, revisión de las mismas, mandar a la cárcel a sus opositores, nombrar autoridades de control, todo lo cual sucedió con Correa. Mientras vivamos fuera de la ley, habrá habeas corpus ridículos e ilegítimos y vítores a los condenados y admiración por los prófugos de la Justicia que ahora se denominan “perseguidos políticos”.

Pero también hay un dicho oportuno: “La mujer del César no solo debe ser honesta, sino parecerlo”. Más allá de suposiciones, fundadas o no, el presidente Lasso, hombre honesto sin duda, ha dado señales contradictorias que afectan a su reputación. Así: nombrar un Ministro de Gobierno con pasado correísta; tener médicos que diagnostican a un preso a su antojo con peligro de muerte y discapacidad mental, quien ya liberado recorre el país como un “héroe”, desde luego transitorio porque el crimen no paga. Deberá devolver lo robado, volver a la cárcel, si es que el Gobierno se planta firme y nos hace ver que realmente es honesto.

En fin, más allá de politiquerías, nadie debe pactar con indeseables.