Tiempo para la acción

La solución de la cuestión marítima no puede quedar en manos de los ecologistas por ser un desafío de dimensiones muy profundas que -decía Napoleón- al igual que la guerra, no puede quedar en manos de los militares, al decir de Napoleón. La omisión de una política para el mar va más allá de los pocos párrafos del programa electoral que fue entregado al CNE con sus limitaciones meramente declarativas, que no alcanzan siquiera a los ecuatorianos que se mantienen presos en las cárceles de Costa Rica y de Nicaragua como logísticos pescadores del crimen organizado internacional.

El desafío es mayor porque no existe acceso a las bases de datos sobre los resultados de las innumerables expediciones científicas internacionales a las que nuestros gobiernos han concedido permisos. Por ejemplo, en el lecho marino y su subsuelo. La comunicación mediante cable submarino, anunciada por el presidente Moreno, aún no llega a unir el Archipiélago con el continente.

El mar sigue ausente de los debates y de los discursos televisivos de quienes solo buscan votos y jamás serán estadistas a despecho de los asesores de imagen.

La ciencia de la oceanografía analiza secretos biológicos moleculares que pueden significar ingresos mayores a la pesca del atún. Además existen amenazas como aquella que convierten las orillas del mar en basureros formando islas de plástico y desechos que recorren los océanos, en una forma tan peligrosa como los experimentos nucleares que se realizaron en el Atolón de Mururoa y ocasionaron la indignación del alma colectiva de la humanidad.

Es tiempo de la acción para escuchar el rugido de las olas de un mar ausente.

Ausente de las sesiones legislativas en la Asamblea Nacional, por ello me permito convocar a los recién representantes a que desde sus curules mocionen sesiones especiales para tratar y legislar los cambios, incluyendo el reconocimiento de las Naciones Unidas a la tercera frontera entre Galápagos y la Isla del Coco, porque precisamente allí existe un escenario futuro de extraordinaria potencialidad para la juventud, aun cuando muchos no han pisado las playas de sus mares ni han visto el sol caer en sus atardeceres ya sea porque nacen y viven en los Andes o en la soledad soberbia de la selva.

Reclamo para las nuevas generaciones y convoco un tiempo para la acción que debe más allá de lo comercial y lo financiero, del turismo, del transporte y de la pesca, entre otros horizontes, a una tarea en la que debemos trabajar todos los ecuatorianos con nuestro máximo esfuerzo, aquel que recibimos de navegantes ancestrales, que asombraron con sus balsas a los conquistadores.

Debemos seguir el ejemplo republicano de presidentes como Rocafuerte, García Moreno y Alfaro, que enfrentaron pandemias, pestes y trajeron civilización y orgullo a nuestra historia.

Que todos juntos nos pongamos de pie dentro de nosotros para la unidad y con optimismo para la acción, el cambio trascendental que seguiremos de influjos bienhechores y ejemplares de nuestros pasados porque nuestro país no debe ser derrotado moralmente jamás. Ni la pandemia, ni por el desempleo, ni el regionalismo, ni la corrupción, ni la discordia podrán derrotarnos. No debemos separarnos en este tiempo sino al contrario unirnos por encima de personalismos y vanidades para la acción que permita cumplir con los Objetivos del Milenio de la Cumbre de la Tierra, con la precisión de cada rayo del sol en plenitud sobre la mitad del mundo, obteniendo no solo energía, sino también resultados suprageneracionales a favor de los humildes de la tierra.

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