Terrenos fértiles, mejores frutos

Fabián Cueva Jiménez

Dejar de comentar de los estados sicológicos vividos después de la reciente contienda electoral es difícil. Necesitamos analizar muchos temas, entre ellos, las razones de la: euforia, frustración y depresión que observamos y sentimos en la gente, relacionándolas con posiciones que se acrecentaron alrededor de: fanatismo, ignorancia y pobreza.

La preocupación, consideramos, es válida. Nos conduce a hablar de un presente que confunde, hiere y molesta, pero que también, produce la necesidad de preparar y forjar otro país, especialmente para las nuevas generaciones.

Hemos de insistir, tal como anunciamos en el artículo anterior ‘Corrupción y violencia’, en el aporte significativo de la Cámara de Comercio de Quito en su evento ‘Crecer Honesto’ que nos obligó a pensar en algo cierto: los niños no sólo aprenden, también enseñan.

Son lecciones importantes, mensajes relatados: cuentos, poesía, dibujo, pintura, reinterpretados y resumidos, cuidando el verdadero sentir de sus autores.

Emely Damaris (12 años) escribe: Ser honesto es una cualidad/No todos saben decir la verdad/Hoy nadie dice la verdad/Ya nadie es honesto en realidad/Ya no existe la sinceridad/Cuanto ha cambiado la sociedad/ ¿En qué momento el mundo se dañó tanto? /Dejaron de usar la razón/Se dejan llevar por el impulso/Ser honestos con los demás nos dará tranquilidad/De algo se tiene que empezar/Hay que intentar cambiar/Ser honesto no te hace de menos.

Nos enseña a: cuestionar, ilusionarnos, asombrarnos y ver lo mejor de las personas.

 Ariel Quishpe (9 años) nos cuenta: Soñé en una ciudad hermosa donde mucha gente compraba en realización: corrupción, femicidio, venganza, homicidio, asalto, mentira, violación, deshonestidad, sicariato, drogadicción, odio, mientras en otro lado, a precios más baratos, poca gente adquiría: verdad, consciencia, amor, justicia, lealtad, comprensión, vida, pureza, inocencia, pero especialmente HONESTIDAD, incluyendo un regalo: PAZ. Despertó y vio que el sueño no estaba lejos de la realidad.

Nos enseña a: centrar la atención en lo bueno y en lo malo, transmitir la capacidad de sorprendernos.

 Génesis Ushiña (10 años). Su padre chofer de un transporte escolar en el que también viajaba ella se encontró una cartera con dinero y la chica pensó que le serviría para comprar alimentos que tanto hacían falta para el hogar. Su papá sostuvo que había que devolver, así lo hicieron, era de una estudiante que tenía que pagar para seguir estudiando. Aún quedan personas honestas.

Nos enseña a: centrar la atención en lo bueno de la gente.

Karla Zambrano (8 años). Memoria de un niño recordando sus tareas de Matemática, con la duda de utilizar una calculadora, se decide no hacerla, el profesor toma un examen sin calculadora, el chico aprueba con 10 y los compañeros no pudieron.

Nos enseña a: recapacitar en la honradez y la justicia.

Michelle Yacelga (8 años) dice: Honestidad es decir siempre la verdad, ayudar a los demás, ser amable, obediente, luchar por lo que tú crees, hacer siempre el bien, no perjudicar, no perder el tiempo, hacer siempre lo bueno, ser una buena persona.

Nos enseña a: decir lo que piensa y siente.

Si el terreno más fértil para aprender es el de los niños y también lo es para enseñar, bienvenido un permanente intercambio. Necesitamos construir colectivamente para cosechar mejores frutos.