Te doy mis ojos

Esta semana volví a ver la película española, del año 2005, Te doy mis ojos, que nos muestra el drama de una mujer, víctima de violencia machista por parte de su esposo.

La producción, muy bien lograda, nos acerca al miedo, a la soledad, al abandono de la mujer que es golpeada, maltratada psicológicamente y humillada por su pareja. Pero también nos muestra la frialdad del sistema público para atender su población, siendo España un país con un importante desarrollo en materia de protección a las víctimas de la violencia de género y que cuenta con niveles de institucionalidad bastante más sólidos que en otros países, sobre todo comparando con la región latinoamericana.

Con el paso de los años, la mirada a este tipo de testimonios ficticios, pero tan reales y comunes a la vez, duelen con mayor intensidad. La primera vez que la vi, alrededor del año 2006, era una estudiante de Derecho, soltera, que pensaba que estos dramas estaban relegados en algún lugar lejano. Ahora que soy esposa, madre y profesora, este tipo de relatos generan mayor impacto. Cada vez me cuesta más entender cómo se puede suscitar tanta violencia en círculos familiares y en entornos donde debería primar el amor.

El machismo todavía es un factor común en las relaciones sociales y está tan normalizado, tan arraigado en nuestra idiosincrasia que la mayoría de veces pasa desapercibido. Los roles asignados a las mujeres y los estereotipos sobre los que somos construidas nos vuelven vulnerables. Es muy fácil violentar a una mujer físicamente, sexualmente, psicológicamente y patrimonialmente.

Por esa razón les invito a volver a ver este y otros filmes, a llorar, a angustiarse y a comprometerse con erradicar la violencia contra la mujer. En cada chiste, cada anécdota y expresión podemos reivindicar la igualdad. El machismo mata.