¿También habremos arado en el mar?

Alejandro Querejeta Barceló

Guillermo Lasso decidió no postularse.  La realidad, a menudo, es la que acaba por imponerse. Durante su régimen, ha padecido y enfrentado una oposición rabiosamente inmoral y antiética. 

Esa oposición ahora dirige sus maniobras depredadoras contra la Fiscal General de Estado. Señalan posible plagio en sus tesis de grado y han llegado a utilizar golpes tan bajos como las amenazas. El odio y la sed de venganza por su actuación apegada a derecho son imposibles de ocultar. Su combate a la corrupción de connotados correístas es el motivo de fondo.

El expresidente checo, Vaclav Havel, en un discurso hablaba “sobre la dimensión teatral de la política”, que como toda puesta en escena tiene un “arriba” y un “abajo”, una “izquierda” y una “derecha”, un “cerca” y un “lejos”. Añadía que tan pronto como empezamos a reconocer que una cosa sigue a la otra, que algunas pueden repetirse, empezamos a experimentar cierto sentido de lo dramático.

La duda central es si la defensa de la justicia será seguida o no después de las elecciones adelantadas. Cabe tener presente que en Ecuador en los últimos tiempos hablar de política es hablar de justicia: todo, de una manera u otra, acaba ahí. Llegarán cambios que condicionarán un futuro de una incertidumbre total y contagiosa.

Nuestro pueblo, como todos, posee sus virtudes y sus vicios. Creer que un sujeto político porta de manera inmanente un proyecto igualitario que no requiere ser traducido a instituciones y normas reguladoras de la vida social, es no haber entendido nada de la experiencia humana.

“No puedo imaginarme una política que aspire al éxito de largo plazo que no tenga conciencia de estas cosas”, añadía Havel. Cabe suscribir estas ideas al tratar de entender la política nuestra. ¿O será que nuestra experiencia humana es excesivamente pobre? Ojalá que no. De lo contrario también habremos arado en el mar.

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