Súpercomputador

La capacidad del ser humano nos deslumbra. La creatividad, los avances de la ciencia, hacen que pensemos que las soluciones llegan, que se pueden enfrentar los desafíos y salir victoriosos de los retos que se nos van presentando a lo largo de la vida,; no solamente los retos personales, sino los de los pueblos, de los países.

Esta reflexión surge a propósito de una reciente visita a Barcelona, la progresista ciudad española, y el privilegio de recorrer el espacio en donde está instalado un Súpercomputador, el denominado Mare Nostrum Súper Computador, una maravilla de la ciencia en la que se almacena una enorme cantidad de conocimiento, pero también donde se hacen investigaciones a gran escala, modelamientos matemáticos que seguramente nos dejarán asombrados.

La constatación de estos avances científicos nos coloca siempre en la escala del ser humano con la conciencia de la pequeñez de las consecuciones humanas frente al universo de los conocimientos, la dimensión de los alcances de a dónde la ciencia nos puede conducir, así como la necesidad de que la ciencia y la conciencia, es decir los valores, la ética, vayan de la mano de esos avances científicos que le pueden significar al ser humano la utilización de los mismos en bien de la humanidad.

He estado pensando en la rapidez con las que las vacunas han sido desarrolladas, pero en la poca eficiencia al momento de distribuirlas de manera equitativa a nivel mundial. Ha venido a mi mente, por ejemplo, la capacidad de multiplicar los alimentos luego de la denominada “revolución verde”, pero al mismo tiempo la constatación de que el hambre en el mundo no ha disminuido. Así, los alcances de la ciencia nos ponen ante la necesidad de no dejar de lado la dimensión ética, sin la cual no podremos superar los problemas de las colectividades, de los seres humanos.

Los súper computadores son una demostración del talento. Este que menciono está ubicado en una antigua capilla. De manera paradójica, que no deja de admirarnos, nos ponen ante los avances enormes de la inteligencia artificial, del internet de las cosas, de la robótica, pero también de la maravilla del cerebro humano y de sus enormes posibilidades para ser usadas en bien de la colectividad.