Súper precios y súper mala calidad

En Ecuador contamos con la peor gasolina de la región, pero a la hora de pagar somos los que enfrentamos los precios más caros de la región.

Esta contradicción afecta a la clase media. Está obligada a pagar demasiado por un producto que, tanto en el caso de la súper como en el de la extra, terminará afectando el rendimiento del carro. Inclusive los 92 octanos de la súper no son suficientes para satisfacer las exigencias de los motores modernos que, en algunos modelos, según la Asociación de Empresas Automotrices del Ecuador, sufren hasta daños en los turbocompresores. Peor aun nos irá con la extra, que cuenta con 85 octanos – desde 2015 no alcanza los 87 octanos— o con el diésel que, además de no estar a la altura de nuestros vehículos, son muy contaminantes.

En fin, tenemos combustibles que en África no los usan ni para los camellos, pero aquí nos los venden extremadamente caros y con el beneplácito y anuencia de muchos actores sociales que alaban la eliminación de dicho subsidio. Dicha medida solo beneficia a los gobiernos de turno, que tendrán más recursos para robar, mas no para invertir en políticas públicas —seguimos en un país con serios problemas de abastecimiento de medicinas, criminalidad, inseguridad, etc—.

Desde que Moreno inauguró la revisión de los subsidios de los combustibles la economía de los ciudadanos se ha visto seriamente afectada y Lasso no ha tenido la voluntad de socorrer a la clase media que lo puso en Carondelet. Aunque ha congelado la banda de precios adoptada por Moreno,  también se han congelado las neuronas estatales,  pues siguen tolerando que nos vendan combustibles de pésima calidad a precios elevados.

Para colmo, ofenden nuestra inteligencia al señalar que el aumento del precio del petróleo también nos perjudica e interfiere en los precios de los combustibles, cuando durante 6 años se la pasaron diciendo que justamente la bonanza petrolera había sido el motivo del éxito y la obra de Correa. Hoy, no hay ni éxito ni obra.

El gobierno vive desconectado de la realidad y en una perniciosa pugna con la Asamblea Nacional. Esto solo nos ratifica como los intereses políticos están por encima de los intereses y de la crisis cotidiana que vive la ciudadanía.