Suerte, muerte o consulta

Parecería que jugamos en la política ecuatoriana con lógicas inversas y para muestra de ello tenemos algunos hechos. En pocos meses asistimos al desgaste prematuro de una Asamblea que es solo comparable con cualquier legislativo que estaba de salida. Ni siquiera un tercio de la población tiene credibilidad en la principal función del Estado. Al respecto, surgen varias conjeturas: en su mayoría está integrada por debutantes y su desempeño puede tomar tiempo, las acusaciones de corrupción podrían tomarse la opinión pública y desviar el principal objetivo de los asambleístas que es legislar, alguien juega a dinamitar la Asamblea, no hay una agenda clara en y entre los bloques legislativos. En este contexto, puede aplicar aquello de que una opción es válida o todas.

El reto de la Asamblea es redimirse de las novatadas, salir del juego peligroso del desgaste, los innecesarios exhortos y comenzar a pensar en el país, indistintamente de los intereses que tienen los partidos con representación. El desafío no es sencillo, pues depende del desempeño y aprendizaje de los nuevos asambleístas, la conciliación de propuestas al interior de cada bloque y la interlocución entre estos. El control de daños no se va a lograr de manera automática, pero debe iniciar en el diálogo auténtico y con responsabilidad en cada partido, sobre la base de las siguientes preguntas: qué país queremos y cómo logramos concretar esa aspiración.

El choque permanente de trenes —es decir, la escena en que el Presidente y el Congreso no coincidían— fue pan de todos los días desde 1979 hasta 2008. Este capítulo podría volver, sin que hayamos aprendido nada. Los únicos perdedores son los millones de ecuatorianos que esperan respuestas concretas ante el desempleo, la inseguridad, la crisis de la seguridad social, la desnutrición crónica infantil, la violencia, el incremento de suicidios, cientos de niñas embarazadas y quienes se quedan por fuera de la salud y la educación. La Asamblea puede desatar nudos o el Presidente cortarlos vía consulta o muerte cruzada. Dos escenarios complejos sin final previsible.