SOS Ecuador

Ecuador es hoy un país que vive la anarquía social e institucional gracias a una perniciosa complicidad estatal y gubernamental. Quien paga los platos rotos, como siempre, es la ciudadanía. Se necesita de más presencia e inclusive fuerza de decisión por parte de un gobierno que, en cambio, sigue mostrando debilidades e improvisación.

Sobre el tema de la criminalidad, por ejemplo, ya somos pocos los que seguimos dándole confianza al ejecutivo, quien en su rueda de prensa anunció, por enésima vez, su compromiso con la lucha contra la criminalidad.

Se habló muchísimo de Guayaquil, pero muy poco del país. Estoy seguro de que más de uno tuvimos sana envidia de escuchar cómo se quiere contrarrestar a la delincuencia en la ciudad portuaria, mientras que no se dijo nada de Quito, Manta, Ambato, Santo Domingo, Esmeraldas, por nombrar algunas de las ciudades en donde, por si acaso, también hay altísimos e insoportables niveles de criminalidad.

En dicha rueda de prensa también se alabó y felicitó a la alcaldesa Cynthia Viteri, quien, a cambio de tantas lindas palabras, al día siguiente se enfrentó institucionalmente a la ministra de Educación -y por ende, al gobierno- al clausurar justo la escuela donde la ministra Brown iba a dar la bienvenida a los estudiantes que querían asistir a clases presenciales y dos colegios más en caso de que el gobierno no entienda que en Guayaquil ya no tiene poder. 

Es evidente que hay falta de liderazgo, pues cada quien hace y deshace lo que quiere, desinteresándose de la ciudadanía que es ultrajada una y otra vez y que, a pesar de sacrificarse a punta de tantos impuestos hasta duplicados, no ve cambios positivos.

Parecería además que el ejecutivo está adoptando estrategias de comunicación que empleaba el mismísimo Lenin Moreno, pues es habitual que sean estériles y manipuladores a la hora de comunicar algo que contradiga y comprometa la estrategia empleada, con éxito añadiría yo, hasta hace poco. Qué pena que haya llegado la hora de los resultados y de los hechos, mas no del cuento; los altos índices de criminalidad, asesinatos, desempleo y pobreza no dejan espacio a más improvisación y a protagonistas políticos de tan baja estatura que “colaboran” y son más visibles en el entorno presidencial.