¿Somos nación?

El diccionario de la Real Academia Española define como nación a un “conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común”. No somos eso; constituimos un país que aglutina diferentes comunidades y culturas nativas y variadas corrientes migratorias.

Lanzó Nebot en un mitin de inicio de campaña, la “novedosa idea” de país federal, sin asumir que somos un conjunto creado por circunstancias históricas controversiales e integrando forzosamente y mal a quienes estaban siglos antes. El exalcalde al parecer repudia a los indígenas “bajados del páramo”, sabe bien que Guayas tiene al menos un 80 por ciento de población de origen huancavilca, mezclada con continuas migraciones de puruhaes, cañaris, saraguros, chantacos, taquiles, etc., que desde siglos atrás bajaron de la serranía buscando  mejores días.

La población de origen no nativo del puerto desciende de migrantes aventureros, que llegaron de Europa, Medio Oriente y Asia en busca del fortuna y en muchos casos lo lograron. Ahí están sus descendientes dirigiendo la batuta de los acontecimientos, unos convertidos en sectas, otros con nombres de social cristianos, otros populistas descendientes de comerciantes y estafadores.

La política en este feudo, en general, no fue para servir sino para otras aventuras. Recordemos el reparto de tierras antes de construirse la famosa “Perimetral” y quienes poseen un puerto en el Golfo, creado en condiciones forzadas, vetando el desarrollo de otros puertos de mejor calidad.

La idea de federalizar a lo mejor favorece al resto del país, ya que la información tributaria indica que el 65 por ciento de tributos aporta Pichincha y Guayas, siendo la “capital económica” , apenas tributa un 8 por ciento. Su habilidad de comerciantes les ha permitido manejar todo, hasta al lejano petróleo de detrás de las montañas, al que le han sacado el jugo y se han hecho ricos.