Solo depende de Lasso

Salvatore Foti

La noticia política de estos  días es que, por fin, tras muchos ajustes e intentos fallidos de ‘tongo’, el Consejo de Administración Legislativa (CAL) ha logrado remitir su petición para el juicio político en contra presidente de la República .

Sin embargo, más allá del dicho de que ‘guerra anunciada no mata gente’ y de que el gobierno tiene mucha confianza de que dicha petición sea rechazada por la Corte Constitucional, una vez más la política volvió a olvidarse  de la gente y de lo que realmente importa en el país.

La pelea entre Lasso y la oposición ya es hasta predecible, mientras que la guerra que deberíamos declararle a la criminalidad y a los problemas sociales una vez más queda a un lado. Aquí la batuta la lleva el mandatario, pero ni el mismo parece darse cuenta de ello. No es el juicio político lo que debería preocuparle, sino el juicio— o, mejor dicho, el pésimo juicio— que la mayoría de los ecuatorianos tiene de él.

El país está sangrando, literalmente, y no hacen falta las encuestas para darse cuenta de que la gente no quiere al presidente ni lo va a aguantar dos años más si no levanta cabeza con el problema de la criminalidad.

Hemos llegado al colmo de que te secuestran por negarte a pagar la famosa ‘vacuna’ para luego soltarte después de que aceptes pagar rescate y, una vez que te liberen, la vacuna que te negaste a pagar. El Estado no es capaz de controlar el territorio. La Justicia está contaminada y prostituida a los delincuentes, quienes salen a las pocas horas de haber sido apresados, inclusive por delitos graves, porque el juez o la jueza de turno no hacen bien su trabajo o se sienten abandonados por el Estado.

La sociedad está muy desencantada y desesperada a causa de un presidente que no resultó ser lo que muchos esperaban. Esta no es la derecha que anhelaban los admiradores de Bukele o, peor aun, aquellos liberales que hoy son obligados a pagar muchos más impuestos que antes, a cambio de un país que a menudo deja de funcionar o inclusive de existir.

Así que la salida o la permanencia  de Lasso depende exclusivamente de él mismo y de las decisiones que hace rato debió haber adoptado. El presidente debe resolver los problemas que nos desesperan, probando ser capaz e implementando una política de ‘choque’ sin precedentes en contra de la criminalidad .

Si es que seguiremos sin tener la tranquilidad ciudadana necesaria para poder vivir y producir en paz, la mayoría de la población acabará exigiendo directamente, en las calles, la salida del mandatario. Así está la cosa, sin muchos rodeos.