Solo con su soledad

Italo Sotomayor Medina

Lasso ha construido la soledad que hoy sufre. Parece increíble que un gobierno que tiene tan solo un año instalado en Carondelet haya provocado tantos quiebres con casi todas las fuerzas políticas del país. De su discurso electoral de consenso y encuentro pasó a las alianzas sin cumplir y a los diálogos a conveniencia. Jugar a la política, sin experiencia desde lo público, ha sido el detonante de las tempestades que hoy cosecha.

Empezó con el socialcristianismo, a quienes abrazó con supuesta gratitud, durante la campaña electoral. El voto anticorreísta y el apoyo de “la 6” fueron básicamente las herramientas que lograron que superara a Yaku Pérez y finalmente a Arauz en la carrera a la presidencia. Sin embargo, cuando apenas empezaba a calentarse su asiento en Carondelet, colocó a Llori en la presidencia de la Asamblea, pese a las esperanzas de Nebot de liderar el legislativo con uno de los suyos. En su lógica, era preferible acordar y consentir a Pachakutik y a la Izquierda Democrática (ID) que al PSC, por sus escasos escaños. Lo que no entendió es que no necesariamente se trata de votos, sino de poder. Lo que pasó después, ya todos los sabemos: Llori destituida, activando a la justicia constitucional a su antojo, pese al inentendible apoyo presidencial.

Más recientemente, acusó a Xavier Hervas de la ID por haberlo “supuestamente” chantajeado a cambio de votos por la Ley de Inversiones. Pese a aquello y a los pedidos presidenciales para que se investigara el caso, hasta ahora no tenemos noticia de si Hervas es —o no— un evasor de impuestos. Por otro lado, los de UNES, que ya se planteaban como la cara más visible de la oposición, han sido pacientes durante este primer año para intentar la liberación de sus presos, ante la sospecha ciudadana de pactos entre “gallos y media noche” que al final, han sido igual de infructuosos.

Lo que sucede hoy, más allá de quienes evidentemente financian a los que protestan violentamente en las calles y hacen del caos su estilo de vida, pudo haberse controlado y evitado desde lo político. Un presidente impopular y que ha reconocido abiertamente no escuchar las demandas ciudadanas no puede trabajar desde la soledad; requiere de actores políticos eficientes que provoquen acuerdos mínimos de gobernabilidad en beneficio del país. La evidente improvisación presidencial y la de su equipo asesor, hacen que hoy enfrente y sienta la soledad del poder, a la espera de que alguien, por pena o por iniciativa democrática, le lance una chaleco salvavidas. Veremos.

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