Sociedad anestesiada

Los avances tecnológicos son indetenibles, pero cierto uso de ellos afectan negativamente al comportamiento humano. Son peligros que hoy vivimos. Concretamente, las redes sociales muchas veces permiten la circulación de noticias falsas; un uso  ofensivo por parte de algunas personas, a pretexto de libertad de expresión; fin de la gramática que es ‘el esplendor en el orden’;  y el  opinar fácilmente sobre todo lo científico, político, artístico. “Aprendices de todo, maestros de nada”, decían antes de los charlatanes y de los ‘siete oficios’.

Pero este reto conduce a pensar que una dictadura tecnológica nos conducirá a ser unos vagos globales. No hacer nada, pleno descanso, a veces justa aspiración del ser humano. Carros que no necesitan de  chofer, asistencia médica sin médicos, camareros robot, casas atendidas cibernéticamente. Hasta se habla de amor virtual y de producir humanos y humanas como Brad Pitt o Marilyn Monroe, con el talento de Einsten, el carisma de Kennedy, la destreza de Maradona y con la altura de un basquetbolista de la NBA. Casi todo lo detallado, cambiando lo exagerado, casi no es un sueño. Además que, superando las fantasías de Julio Verne, podrá tomar la oligarquía vacaciones en Marte o Venus y  la clase media terráquea en la Luna.

El gran problema que se avecina es que estaremos sometidos a los creadores de los robots, a los manipuladores de la bioingeniería y de la inteligencia artificial, que se encuentran precisamente en los países desarrollados.   Con lo cual careceremos, o ya carecemos, de falta de imaginación, convertidos casi en siervos de la gleba modernos.

Con la información completa y al instante que proporciona el Internet (para qué bibliotecas y maestros), se da lo que dice Stordedjik: “La vida actual no invita a pensar”. Entre las cosas más importantes se debe volver a poner de moda el pensar, que solo una educación integral y hasta divertida puede proporcionar. La educación debe ser el antídoto contra la frivolidad, fomentar la cultura del esfuerzo y prever las consecuencias de un mundo que avanza aceleradamente sin más meta que la comodidad.